Volvieron a mostrar la pasión por los colores

El abrazador frío que cubrió el Estadio Ciudad de La Plata, sirvió para encender una vez más, el enorme entusiasmo, que vive el pueblo Pincharrata, en esta edición de la Copa Libertadores. Más de 37 mil personas, palpitaron como nunca y alentaron sin parar, durante los 90 minutos de juego. El 1 a 0 fue premio suficiente para alimentar las chances de alcanzar otra final internacional.

En las horas previas, las gradas y butacas se empezaron a teñir de rojo y blanco. Camisetas, buzos, banderas y los tradicionales "trapos" que colgaron los hinchas del perímetro de la cancha, le dieron toque necesario de calidez, a la inmensa mole de cemento.

Al igual que en el últimos encuentro copero, los hinchas decidieron acercarse sobre el mismo inicio del match. Apiñados en las rampas de acceso, corrían presuroso para ingresar y encontrar un lugar dentro del estadio. La aparición de los equipos a la cancha, fue casi simultáneo. De los silbidos a los jugadores de Nacional, al ensordecedor recibimientos a la Bruja y sus muchachos. Quienes con el correr de los segundos, sus siluetas se desdibujaron y desaparecieron de la vista de todos. Una densa humareda, con los colores del Pincha, lo cubrió todo. Mientras, las banderas y el ¡Estudiaaa, Estudiaaa! emergían entre las cabezas de los miles de hinchas platenses. Las Bombas de humo, los petardos, las bengalas, los papelitos y los globos se encargaron de completar la logística de los fans de Estudiantes.

"Pincha, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo. Te alentaremos de corazón, esta es la hinchada que te quiere ver campeón. No me importa lo que digan, lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más", entonaban las ganas de la gente de volver a salir campeón.

Un partido sin presencia de simpatizantes uruguayos. Aunque por lo bajo se comentó que varios hinchas de Nacional se "colaron" entre los platenses para ver el equipo de sus amores. De todas maneras un puñado de dirigentes y socios levantaron un par de banderas de Nacional. Enfrente, banderas de Peñarol trasladaban de este lado del Río de La Plata, el duelo montevideano.

Estaba por empezar y resonó: ¡Huevo, huevo, huevo Pincharrata, huevo, huevo, huevo, sin cesar, que esta noche cueste lo que cueste, esta noche tenemos que ganar!.

Con el correr de los minutos, Estudiantes crecía en la cancha y la gente incrementó su aliento. Así fue que llegaron las chances casi simultáneas para la dupla Fernández-Boselli y el ¡Uh! de la tribuna, donde todos se miraban sin entender porque no fue gol.

Estaba al caer. Y el propio Galván se encargó de romper la noche con un cabezazo y poner a prueba las miles de gargantas que tronaron en el primer gol de la noche. Abrazos por doquier, saltos acrobáticos y el canto cabulero cada vez que el equipo marca: ¡Y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta, se va a la B!

El primer signo de preocupación fue cuando el Pincha se replegó unos metros y luego la lesión de la Bruja que estuvo en cancha como pudo sobre el final del primer tiempo.

En el complemento los plateístas pasaron de la tranquilidad al nerviosismo. Ya sin Verón todo fue preocupación. Algunos ni querían ver cada vez que los uruguayos merodeaban el área de Andújar.

El equipo corría y jugaba de la mano del Chino y la gente alentaba. Los "chiquitos" de Estudiantes crecían. "Dale dale dale le león, dale, dale, dale le león, dale le león", acompañaba al equipo como nunca. Hasta tuvieron tiempo de silbar a Federico Domínguez cuando entró, por su pasado albiazul.

Final apretado, de corazón caliente y clima bien copero. Otra vez el Estudiaaa, Estudiaaa, para empujar al equipo a la victoria. La gente muy metida en el partido, pedía hasta los laterales y al entender que los uruguayos ya no atacaban más, los hinchas volvieron a ver que otro gol era posible.

Las chances se fueron y el partido también. Un aplauso cerrado de los cuatro costados despidió al equipo, a manera de arenga, para la gran batalla que se librará en el estadio Centenario la semana próxima. Allí Estudiantes deberá mostrar su valía deportiva y capacidad humana para instalarse, una vez más, en la final de la Libertadores.