Gomorra
Por AMÍLCAR MORETTI
| 18 de Julio de 2009 | 00:00

Vale volver a “Gomorra”, que reconstruye el realismo en el cine italiano. Mateo Garrone recupera la línea de Gillo Pontecorvo y Francesco Rossi y de Rossellini. La puesta en duda de la mirada plena de historicidad propia del realismo -proceso disolvente simultáneo al capitalismo neoliberal de mercado absoluto- instaló el consecuente relativismo en que nada vale nada, todo vale igual o cualquier cosa vale cualquier cosa. Garrone, cineasta nuevo, muestra que el realismo como estética, interpretación y registro en reflejo, no sólo está vivo sino que es inevitable e inherente al arte. Que lo otro que vino después, casi todo, es sanata u oportunismo profesional para vender caro en la feria de arte a los nuevos e ignorantes ricos. “Gomorra” en superficie muestra el funcionamiento de la mafia napolitana, en sus aspectos externos. En profundidad desentraña el modelo de funcionamiento de la sociedad global en esta etapa, que ahora acaso trastabilló en Wall Street. Desde ahí, amplía su espejo realista de manera multifacético, y abarca desde lo personal a lo grupal y colectivo, desde lo moral a lo político, de lo ético a lo social, de lo territorial a lo familiar, y así en un juego de espejos que reflejan diferentes planos de unos y de otros.
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