El otro lado de la trama

El cantautor uruguayo, ganador de un Oscar, se encuentra en nuestro país presentando su flamante disco "Amar la trama", que también lo traerá a nuestra ciudad Por ANDRÉS RIVELLI

Son muchas las cosas que han pasado desde que Jorge Drexler decidió abandonar su Montevideo natal, una carrera aún en ciernes como médico y sus afectos, para emprender la aventura de ser cantautor en el país de los cantautores.

Dice la leyenda que fue el propio Joaquín Sabina quien lo convenció de probar suerte en España. Drexler había sido el telonero de uno de sus shows en la capital uruguaya y sus canciones lo habían cautivado. Promediaba la década del noventa y había grabado dos discos. Instalado en Madrid, sus temas comenzaron a ser cantados por figuras de la talla de Ana Belén y Víctor Manuel, lo que le permitió sobrevivir mientras comenzaba a transitar el circuito de los bares madrileños con su guitarra a cuestas.

Allí grabó dos discos más pero fue "Frontera", su quinto álbum, el que marcó un quiebre en su carrera, en 1999. Canciones como "La edad del cielo", "Princesa bacana" o "Camino a la Paloma" comenzaban a definirlo como artista. Paradójicamente, aquel disco tuvo mayor repercusión en Argentina y Uruguay que en España, donde Drexler llevaba varios años radicado.

Luego siguieron "Sea" (2001), "Eco" (2004), "12 segundos de oscuridad" (2006), "Cara B" (2008) y su más reciente "Amar la trama" (2010).

En medio de toda esta historia musical está también la obtención de un Oscar por la canción "Al otro lado del río", del filme "Diarios de motocicleta", del brasileño Walter Salles. El primer Oscar otorgado a una canción cantada en castellano.

Otro premio, aunque no tan glamoroso, es que sus canciones hayan sido cantadas por figuras como Mercedes Sosa, Shakira, Omara Portuondo, Pablo Milanés, Ketama, Miguel Ríos, Rosario, María Rita, Simone, Paulinho Moska, Jaime Roos y Adriana Varela, entre otros.

Pero por estos días, Jorge Drexler se encuentra en nuestro país presentando su último disco, "Amar la trama", y esto lo traerá nuevamente a nuestra ciudad, el próximo martes, para reencontrarse con el público platense en el escenario del Teatro Argentino. Ese mismo día, el 21 de septiembre, estará festejando también su cumpleaños número 46.

"La Plata es una ciudad que me gusta mucho. Me impresionó verla desde el aire. Una vez, recuerdo, el piloto de Pluna me la mostró cuando la sobrevolábamos y es muy lindo ver su trazado tan particular desde arriba", cuenta a modo de apertura de la charla pautada para hablar de su nuevo disco y su presentación en La Plata.

AMAR LA TRAMA

La vida de Drexler está marcada por los aviones, los viajes, las idas y vueltas entre América y Europa. Desde la tranquilidad montevideana, pasando por la magia de La Paloma o Cabo Polonio, hasta la efervescencia madrileña y el sacudón hollywoodense.

De todo esto habla Drexler en "Amar la trama", como celebrando el camino recorrido, los contrastes propios de la vida y también las sorpresas que ella le ha deparado. En el segundo tema del álbum, titulado "La trama y el desenlace", el uruguayo dice: "Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener./ Entrar y salir de fase./ Amar la trama más que el desenlace".

"La palabra trama tiene varios significados. Uno es ése, el que tiene que ver con el desarrollo de una historia. Otro significado es el de las tramas de las telas, la urdimbre, esos pequeños hilos que forman otra cosa más amplia y compleja. También tiene un sentido negativo, emparentado con la 'tramoya', eso medio delictivo", sostiene Drexler.

Hay otro sentido que tiene que ver con lo fantástico o lo desconocido, esa idea del filme "Matrix" en el que el mundo es como una trama que vemos pero que no es lo que parece o al menos no es el único que existe. "Totalmente, de hecho, el nombre del disco tiene su origen en el cuento 'La trama celeste', de Adolfo Bioy Casares -aclara Drexler-. Y aunque no lo creas, es la primera vez que lo digo".

"YO ESTOY AQUI DE PASO"

Las canciones de este cantautor montevideano que vive en Madrid tienen también un "entramado" complejo. Cuentan historias pequeñas, describen situaciones cotidianas, parten de observaciones aparentemente superfluas, pero en cada una de ellas se puede intuir una búsqueda mucho más profunda.

Su último disco, por ejemplo, abre con la canción "Tres mil millones de latidos", que tiene un estribillo en el que dice: "Hay gente que es de un lugar./ No es mi caso./ Yo estoy aquí de paso". Uno inmediatamente piensa en un ciudadano del mundo, en aquel que no es de aquí ni de allá. Pero no.

"Esa canción no tiene que ver con mi relación con Madrid o con Montevideo. No pasa por el lugar físico o el presente. Se podría decir que es una reflexión más ontológica, más relacionada con la naturaleza del ser humano, el sentido de nuestro paso por este mundo. Por eso la canción dice también 'si quisiera regresar ya no sabría hacia dónde'", cuenta.

LA FUERZA DEL SILENCIO

La música de Drexler tiene una característica que la distingue. A través de su obra, disco tras disco, se advierte la preocupación del artista por que cada sonido, cada nota o acorde, cada palabra, tengan un sentido y se lo pueda advertir. Y en esta tarea, el silencio cobra un valor fundamental.

"Me alegra que lo digas porque no sabía que eso se notaba en mi música. Yo soy un enamorado de los silencios. Cuanto más profundo el silencio, más podemos advertir los sonidos, por más pequeños que sean. Es como la hoja en blanco que a algunos les genera tanto pánico. A mí me encanta sentarme con una hoja en blanco porque a partir de allí podés crear. Es como el concepto filosófico de vacío, no como la ausencia o falta de cosas sino como la posibilidad de todas", reflexiona Drexler.

Es difícil saber si siempre ha pensado así o es el producto de su aprendizaje vital. ¿Qué hubiera contestado si alguna vez, mientras preparaba uno de sus exámenes para la facultad de medicina en Montevideo, alguien le hubiera dicho que en unos quince años estaría recibiendo un Oscar de la mano del mismísimo Prince? No sé qué hubiera dicho entonces, pero hoy, seguramente, nada le sorprendería.

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