Rehenes de garantías y services

Por ALBERTO ALBERTENGO

Uno (usted, yo, cualquiera...), cansado de sufrir y con la guardia baja, cae como un chorlito en la trampa de las garantías. Digo cae, porque se la cree, ya que en realidad no tiene otra opción.

Y mientras más extendida la garantía prometida, peor puede ser.

-¿Cómo dice? ¿Qué, quéee?

-Sí, piénselo y me dará la razón.

Por ejemplo, usted compra un auto. Ahora muchos vienen hasta con garantía por tres años o 30 mil kilómetros recorridos, lo que se cumpla primero. Y veamos lo que puede pasar: si tiene la suerte (leyó bien) de que entre esos lapsos se funda el motor y de que no le puedan echar la culpa del "siniestro", seguramente lo proveerán de una nueva planta motriz.

Aunque es muy probable que tenga que pagar desde mangueras -que hay que ponerlas nuevas-, cables, aceite, refrigerante, líquidos de freno y de dirección hidráulica y la mar en coche.

Claro, el motor será nuevo.

Mejor ni hablar de otras cosas, como un problema de pintura cuarteada; el embrague que patina; los frenos que no frenan; una lámpara quemada o un levantavidrios que se empaca. Casi siempre todo será a cargo de usted, la víctima de la garantía.

¡Póngale la firma!

DOBLE CONTRA SENCILLO

Además -y aquí viene la cosa-, para empezar a reclamar y que la garantía funcione bien o mal, debe cumplir religiosamente con todos los "servicios" y otros requisitos exigidos, en tiempo y forma. Y pagando sin chistar por el prolijo esmero que debería poner en su tarea el "concesionario autorizado", para cobrar el excesivo precio que gatilla.

Basta comparar los costos y verá que el "oficial y autorizado" casi siempre va arriba doble contra sencillo. ¿Qué tal? Y así le ocurrirá con todo lo que está obligado durante el período de garantía.

De hecho, usted, y yo y todos, debemos pagar siempre más caro -como una suerte de protección, ¿me entiende?- para que el vehículo esté cubierto por el paraguas de los avales.

Ahora sí. Todo bien, o más o menos. Pero generalmente aportando sin chistar por un cambio de aceite y filtros varios hasta el doble de lo que le cobran en cualquier lubricentro, donde, además, uno ve cómo hacen el trabajo y le cambian lo que tienen que cambiar.

¡Qué se le va a hacer! Es el precio a la protección.

POR SI NO LO SABE

Y peor le puede ir con los electrodomésticos, ya se trate de un TV, plasma, PC, notebook, net o mini, o cualquier cosa desde un cepillo de dientes eléctrico a un calefón y desde un secador de cabellos hasta una heladera no frost o sí frost. O lo que se le cante.

Cuando llama al "service" lo primero que le preguntan es si usted está reclamando por un artefacto que está en garantía.Empiece a temblar.

En estos casos, si algo anda mal, no tenga dudas: usted será el candidato a culpable. Porque no respetó el manual; porque lo usó mal; porque no verificó el pendorcho tal o cual; o porque sí.

Y además se va a encontrar con que "esto venía de Hong Kong y ahora los fabrican en Ushuaia, Brasil, Chile o la Cochinchina y los repuestos no son los mismos". O directamente: "Este modelo ha sido discontinuado, no se fabrica más y no hay ni baterías ni nada".

El presunto supervisor ante quien se hace el reclamo mira con cara de nada, pero uno adivina que... ¡el reverendo ahijuna se está riendo para adentro!

¿Y de la garantía quién se hace cargo?

Mejor no preguntar porque es seguro que todo va terminar a las trompadas y cuando se entra a esos negocios, súper o híper, es fácil advertir que los empleados son muchos y tienen una suerte de actitud corporativa exacerbada, que deriva inexorablemente en chichones y ojos averiados, cuando no narices rotas.

¿Qué exagero? ¡Haga la prueba y me cuenta!


changoalbertengo@hotmail.com

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