Wadu-Wadu: a 30 años de un hito del rock platense

Hace tres décadas, la grabación del álbum Wadu-Wadu, el primero del grupo platense Virus, abría nuevas direcciones en el rock nacional y señalaba un antes y un después para el rock hecho en La Plata. La historia de una producción emblemática

Las sesiones de grabación fueron largas, de hasta doce horas. Se salía del estudio de madrugada para recorrer calles peligrosas y más de una vez terminar demorados en alguna comisaría porteña por el mero hecho de vestir una campera de cuero. Transcurría el año 1981, plena dictadura militar. El que habla, el que recuerda, el que relata, es Julio Moura, a casi 30 años de que saliera a la luz Wadu-Wadu, el primer disco de la banda platense Virus, responsable de marcar un antes y un después en el rock nacional y cuyas influencias repercutieron, más adelante, en bandas tan importantes como Soda Stereo. Julio Moura es el guitarrista del grupo cuya formación inicial -la de Wadu Wadu- incluía al legendario cantante Federico Moura, a Marcelo Moura, a Mario y Ricardo Serra y a Enrique Muguetti.

Treinta años después el impacto de Wadu Wadu adquiere una nueva dimensión, tanto para los integrantes de la nueva formación de Virus -que sigue recorriendo escenarios y por estos días recrea los temas de aquel disco inicial- como para los historiadores y músicos platenses. El álbum, como un símbolo de los inicios de la carrera del grupo, estaría destinado a dejar una fuerte impronta en la música contemporánea porvenir y sobre todo en el rock platense, donde a juicio del crítico Sergio Pujol, la influencia de la banda de los hermanos Moura dejó más huella que otros grupos.

SE ENCIENDE LA MECHA

Con todo, en ese momento -con una escena del rock copletamente distinta- admite Julio Moura que era difícil, sino imposible, darle una dimensión a la verdadera importancia de aquel disco debut.

No era para menos. La banda platense, que había debutado el 11 de enero de 1981 en las fiestas de Musicomanía que se organizaban en el Club Universal, todavía se movía en el circuito under. De sus presentaciones en clubes y discotecas de una ciudad de La Plata que carecía de un circuito del rock en aquellos años, pasó a tocar en el Teatro del Siglo, un pequeño sótano porteño de la calle Defensa donde se presentaban primero los domingos y más tarde los sábados. Allí depuraron una propuesta moderna y bailable, que marcaba un fuerte contraste con la música rock que durante aquellos años, correspondientes al fin de la dicatudura militar, se tocaba en la Argentina.

Para tener una idea de ese contraste vale mencionar la lista de discos publicados el mismo año que Wadu Wadu por los principales artistas del género y que enumeran Daniel Riera y Fernando Sánchez en su libro: "Virus, una generación": "Peperina", de Serú Girán, "Los Niños que Escriben en el Cielo", de Spinetta Jade; "El Valle Interior", de Almendra y "Pensar en Nada", de León Gieco integraban esa lista.

Frente a esos discos, Wadu Wadu -y Virus- era algo completamente distinto: lo diferenciaba la duración de los temas (el álbum está integrado por 15 de ellos, de los cuales el más largo llega a los 3 minutos), la energía, la ironía y el espíritu lúdico de las letras, la instrumentación (guitarras eléctricas filosas y teclados en tiempos del reinado de la guitarra acústica Ovation) y el sonido. Y por si eso fuera poco, ahí estaba la imagen del grupo: pelos cortos, remeras, camperas de cuero.

Dos episodios dan una idea de la medida que la aparición de la banda provocó en el mundillo del rock de la época: en el Festival Prima Rock, un evento al aire libre que dio lugar a una película y donde se presentaron artistas como Alejandro Lerner, Nito Mestre y Miguel Cantilo, los Virus presentaron los temas de Wadu Wadu bajo una lluvia de naranjazos. Lejos de enojarse por la reacción adversa, el cantante Federico Moura aprovechó cada oportunidad que tuvo para rechazar las naranjas "de taquito". Poco tiempo después, la revista Humor, referente de la juventud y principal medio opositor a la dictadura militar hizo una crítica impiadosa al grupo que la banda se ocupó de responder públicamente y que recordó durante muchos años.

Paralelamente, en otros, el grupo despertaba una devoción incondicional. Los por entonces jóvenes estudiantes de publicidad Gustavo Cerati y Zeta Bosio se contaban entre los que se iban a identificar plenamente con Virus, a partir de aquel Wadu Wadu. Otros, como Lalo Mir, Gustavo Noya y Alejandro Pont Lezica, se dedicaban a programar los dos cortes principales del disco (los temas Wadu Wadu y Soy Moderno No Fumo) a la hora de musicalizar sus programas de radio y eventos. Iban, de a poco, encendiendo una chispa que sería imparable.

LAS SESIONES

El disco se editó en diciembre de 1981 y el 18 de ese mismo mes se hizo la presentación oficial en el teatro Astral. En diálogo con este diario, Julio Moura dice que, una vez grabado, llevó algo de tiempo tomar conciencia de la dimensión de su impacto.

"Terminamos de grabar y me fui de vacaciones con mi novia de entonces y en carpa. Nosotros éramos inexpertos y no teníamos ni idea de cómo se trabajaba la difusión de un disco. Por eso me sorprendí al escuchar como ese verano el disco sonaba en todos lados. En ese momento me dí cuenta de que algo importante estaba pasando con el disco y con el grupo", dice.

En el libro "Virus, Una Generación", escrito por Daniel Riera y Fernando Sánchez se describe con detalle lo que fueron esas sesiones de grabación. Mientras otros grupos del rock nacional grababan habitualmente para sellos independientes, el Wadu Wadu de Virus concitó el interés de una importante compañía de la industria discográfica del momento: CBS. Pero eso no representó necesariamente ventajas para la grabación.

"Para nosotros era apasionante, aunque en realidad estabamos aprendiendo y el contrato era muy deventajoso. De todas maneras, nuestra intención era llegar al disco y nada nos podía parar", recuerda ahora Julio Moura.

Lo cierto es que el estudio dejaba mucho que desar, los técnicos estaban acostumbrados a grabar música folclórica y no un rock que buscaba ser moderno y las fricciones no fueron pocas.

Riera y Sánchez citan a Marcelo Moura, cuando recuerda que a los técnicos "les pedíamos cosas que para ellos eran primero estúpidas y segundo, desconocidas, como cintas de gente gritando en la playa para la introducción del tema Caliente Café". Como conclusión, los músicos y los técnicos estuvieron muchas veces enfrentados. "Nos odiaban", reconocía, en el mismo libro, Marcelo Moura.

Antes de que el disco salga, las letras recibieron una puntada final a través del aporte de Roberto Jacoby, un artista vinculado a la vanguardia sesentista del Instituto Di Tella, quien se ocupó de darles su característico aire lúdico, repleto de juegos de palabras.

El disco finalmente contuvo 15 temas: "Soy Moderno, No Fumo", "Súper Color", "Loco Coco", "Amor o Acuerdo", "Sorprendente", "A mil", "El rock en mi forma de ser"; "Desconecta", "Cantante Farsante", "Todo este tiempo perdido", "Wadu Wadu", "Tontos de Lenta Evolución", "Caliente Café" y "Densa Realidad".

En cada uno de ellos vibraba una música enérgica y moderna, que no se parecía a nada de lo que se escuchaba por entocnes. Remitía a los eclécticos gustos musicales de los integrantes del grupo, sobre todo a los del lider, Federico Moura, que escuchaba desde Ney Matogrosso a Dr Feelgood, haciendo escala en Billi Holliday.

También aparecía en el álbum el espíritu de los grupos precursores del propio Virus, que en su momento habían integrado algunos de los hermanos Moura, como Dulcemembriyo o Duro.

Treinta años después de la edición de un disco grabado por una banda platense ya convertido en leyenda, los actuales integrantes de Virus se presentarán hoy en el teatro Opera Citi para recrear Wadu Wadu, considerado uno de los mejores álbumes debut del rock nacional y responsable de dejar en la memoria colectiva hits que marcaron a una generación, como "El rock es mi forma de ser", "Caliente Café" o el inolvidable tema que da título al álbum.

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