Profundo desconsuelo en la despedida de tres víctimas
| 29 de Noviembre de 2011 | 00:00
La tristeza se contagiaba de un rostro al otro. Eran cientos de personas que permanecían en la casa velatoria en el centro de la Ciudad. Allí había niños -compañeros de la escuela de Micaela Galle (11)-, apoyados contra la pared, consternados e impávidos bajo un sol abrasador. Amigos de Bárbara Santos (29), sumidos en el desconsuelo; familiares y allegados a Susana de Barttole (63) -aún no enterrada-, que clavaban la mirada contra el suelo como buscando una explicación a una masacre inentendible.
La misma atmósfera de profundo abatimiento y bronca lo teñía todo a pocas cuadras allí, en cercanías de Estación de Trenes, donde familiares y amigos daban el último adiós a los restos de Marisol Patricia Pereyra (35).
Así fue la mañana de ayer en nuestra Ciudad: demasiado desgarradora, demasiado dolorosa para todos. Es que en distintos puntos, fueron velados los restos de tres de las víctimas del cuádruple crimen que anteayer sacudió al barrio La Loma y conmueve al país.
"NO LO PUEDO CREER"
Allí las escenas de angustia y desesperación se sucedieron durante toda la mañana, hasta que poco después del mediodía partió el cortejo fúnebre.
Tanta fue la aflicción, que los familiares más directos de las víctimas apenas se dejaron ver. La mayoría de ellos permaneció durante todo el velatorio en el interior del recinto y sólo abandonaron el lugar a bordo de varios autos, acompañando el cortejo que se dirigió al cementerio.
En cambio, entre las personas a las que pudo verse estaba el padre de Bárbara y ex marido de Susana de Barttole, que había llegado desde Mar del Plata.
Hacia el mediodía, una ambulancia debió asistir a una persona que sufrió una descompensación. Según testigos, una de las tías paternas de la menor asesinada tuvo que abandonar la casa velatoria antes de que partiera el cortejo en medio de una fuerte crisis nerviosa. "Estaba aferrada al palo de hockey de la nena", aseguró un testigo.
DOLOROSO ENTIERRO
La misma bronca, la misma indignación y angustia se vivió en la sala velatoria de calle 2 entre 41 y 42, donde los familiares daban el último adiós a Marisol Patricia Pereyra (35), quien poco antes de las 11 fue enterrada en el cementerio local.
Así transcurrió una de esas mañanas desoladoras que quedan grabadas por años en la memoria colectiva de la Ciudad. Una de esas profundas heridas que quedan doliendo para siempre.
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