El mundo árabe, un dilema para EE UU
Según expertos, la ola de cambios podría impulsar la llegada de fundamentalistas al poder
| 4 de Febrero de 2011 | 00:00

WASHINGTON.- La ola de cambios que azota el mundo árabe se ha hecho eco de los llamamientos de Estados Unidos a favor de la democracia, pero amenaza con transformar el actual paisaje regional en uno menos favorable para Washington. Después de Egipto, la efervescencia popular que se inició en Túnez podría plantear nuevos dilemas a la administración Obama: Yemen, Argelia, Arabia Saudita e, incluso, Jordania, el otro país junto con Egipto que ha firmado un acuerdo de paz con Israel.
Al no haber sabido anticipar y apoyar estos movimientos, Estados Unidos será "percibido como una potencia decaída con poca influencia", asegura la analista conservadora Danielle Pletka. La prudencia que exhibe Washington ante la situación en Egipto se explica fácilmente: el presidente egipcio Hosni Mubarak ha sido un aliado precioso para Estados Unidos contra el islamismo y para los esfuerzos de paz entre Israel y los palestinos, utilizando todo su poder con el resto de los dirigentes árabes.
Pero el temor que provocan los fundamentalistas Hermanos Musulmanes y un eventual cambio de actitud de Egipto frente a Israel -con quien tiene relaciones desde los acuerdos de Camp David de 1978- motiva la contención estadounidense, señala Marina Ottaway, de la Fundación Carnegie, quien estima "exagerada" esta inquietud.
Una eventual llegada al poder del grupo islamista sería "calamitosa para la seguridad de Estados Unidos", piensa, por el contrario, Leslie Gelb. Este asesor del Consejo de Relaciones Internacionales (CFR) expresado esos temores en el blog Daily Beast: "Los Hermanos Musulmanes apoyan a Hamas y otros grupos terroristas, envían señales amistosas a los dictadores y torturadores iraníes, serán propietarios dudosos del canal de Suez y se opondrán al tratado de paz israelo-egipcio de 1979". "Por encima de todo, los Hermanos Musulmanes pondrían en peligro los esfuerzos antiterroristas en la región y en el mundo entero", afirma Gelb en el blog.
Michelle Dunne, de la Fundación Carnegie, forma parte de un grupo de investigadores que han forzado a Washington a apoyar cuanto antes a los manifestantes. No niega que un nuevo poder en El Cairo "podría cooperar menos con Estados Unidos en la gestión de la Liga Arabe y las cuestiones israelo-árabes".
Antes del presidente Barack Obama, la administración de George W. Bush proclamó en los años 2000 su "programa para la libertad", que propugnaba que el sacrificio de la libertad en nombre de la estabilidad no garantizaría ni una cosa ni la otra. Obama insistió menos en el aspecto de los derechos humanos en los países que en el buen entendimiento entre el Islam y Occidente, en el gran discurso que pronunció para el mundo musulmán en El Cairo, en junio de 2009.
La temática de la democracia regresó con fuerza en enero, la víspera de la salida del presidente tunecino Ben Alí. Desde Doha, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, exigió reformas a los dirigentes árabes.
Estados Unidos reaccionó con prudencia ante la crisis egipcia. En los últimos días, Washington sólo se ha distancia gradualmente de su aliado Mubarak. Demasiado poco, demasiado tarde para muchos analistas. "Estados Unidos juega mal su división", afirma Ottaway. Según ella, "la administración Obama ha conseguido que la multitud se ponga en contra de Estados Unidos", ya que los manifestantes no mostraban pancartas anti-estadounidenses al principio.
Al no haber sabido anticipar y apoyar estos movimientos, Estados Unidos será "percibido como una potencia decaída con poca influencia", asegura la analista conservadora Danielle Pletka. La prudencia que exhibe Washington ante la situación en Egipto se explica fácilmente: el presidente egipcio Hosni Mubarak ha sido un aliado precioso para Estados Unidos contra el islamismo y para los esfuerzos de paz entre Israel y los palestinos, utilizando todo su poder con el resto de los dirigentes árabes.
Pero el temor que provocan los fundamentalistas Hermanos Musulmanes y un eventual cambio de actitud de Egipto frente a Israel -con quien tiene relaciones desde los acuerdos de Camp David de 1978- motiva la contención estadounidense, señala Marina Ottaway, de la Fundación Carnegie, quien estima "exagerada" esta inquietud.
Una eventual llegada al poder del grupo islamista sería "calamitosa para la seguridad de Estados Unidos", piensa, por el contrario, Leslie Gelb. Este asesor del Consejo de Relaciones Internacionales (CFR) expresado esos temores en el blog Daily Beast: "Los Hermanos Musulmanes apoyan a Hamas y otros grupos terroristas, envían señales amistosas a los dictadores y torturadores iraníes, serán propietarios dudosos del canal de Suez y se opondrán al tratado de paz israelo-egipcio de 1979". "Por encima de todo, los Hermanos Musulmanes pondrían en peligro los esfuerzos antiterroristas en la región y en el mundo entero", afirma Gelb en el blog.
Michelle Dunne, de la Fundación Carnegie, forma parte de un grupo de investigadores que han forzado a Washington a apoyar cuanto antes a los manifestantes. No niega que un nuevo poder en El Cairo "podría cooperar menos con Estados Unidos en la gestión de la Liga Arabe y las cuestiones israelo-árabes".
Antes del presidente Barack Obama, la administración de George W. Bush proclamó en los años 2000 su "programa para la libertad", que propugnaba que el sacrificio de la libertad en nombre de la estabilidad no garantizaría ni una cosa ni la otra. Obama insistió menos en el aspecto de los derechos humanos en los países que en el buen entendimiento entre el Islam y Occidente, en el gran discurso que pronunció para el mundo musulmán en El Cairo, en junio de 2009.
La temática de la democracia regresó con fuerza en enero, la víspera de la salida del presidente tunecino Ben Alí. Desde Doha, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, exigió reformas a los dirigentes árabes.
Estados Unidos reaccionó con prudencia ante la crisis egipcia. En los últimos días, Washington sólo se ha distancia gradualmente de su aliado Mubarak. Demasiado poco, demasiado tarde para muchos analistas. "Estados Unidos juega mal su división", afirma Ottaway. Según ella, "la administración Obama ha conseguido que la multitud se ponga en contra de Estados Unidos", ya que los manifestantes no mostraban pancartas anti-estadounidenses al principio.
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