Las mil vidas de Emilio Rodrigué
| 15 de Mayo de 2011 | 00:00

En Mi prontuario, el psicoanalista y escritor Emilio Rodrigué esboza una teoría de la cultura argentina, al tiempo que relata las peripecias de un personaje que -en su infinita curiosidad- no se niega a experiencia alguna, incluyendo una autobiografía compuesta por una serie de separaciones, desde mujeres a teorías o cosmovisiones.
El libro, publicado por Ediciones de la Flor, está precedido por dos pequeñas intervenciones de quienes fueron amigos y colegas y quienes consideraban a este hombre, que vivió buena parte de su vida en Bahía (Brasil), como un maestro de vida: Eduardo "Tato" Pavlovsky y Hernán Kesselman. Fernando Ulloa, que completaba el trío de incondicionales, falleció antes de publicarse este libro.
Rodrigué nació en Buenos Aires el 8 de enero de 1923, y murió en la ciudad natal de Caetano Veloso y Jorge Amado el 21 de febrero de 2008.
Médico, hizo su carrera como analista didáctico en Londres, con Paula Heymann, y se relacionó con Melanie Klein -con quien supervisó dos casos- y Wilfred Bion. Eso fue entre 1948 y 1953.
Entre 1958 y 1962 se radicó en Massachussets (Estados Unidos), donde entró en contacto con Erik Erikson y David Rapaport.
A su vuelta, Rodrigué, sorprendido por los cambios culturales, por la explosión de las matrículas en psicología y sociología, se convirtió en presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Para esa época, Enrique Pichón Riviére, a quien siempre consideró "su maestro", también había "iniciado" en las artes del desciframiento inconsciente a un joven escritor, eterno estudiante de filosofía, Oscar Masotta, que armado con el arsenal que le facilitó Jacques Lacan, puso en jaque los supuestos teóricos del kleinismo y de la APA. Y hasta escribió un artículo demoledor, "Un psicoanálisis para Rodrigué".
Mi prontuario es la continuación por otros medios de su autobiografía, El libro de las separaciones, donde el psicoanalista hace un recuento de sus separaciones, afectivas, amistosas, teóricas, geográficas, en términos que si bien tienen en cuenta al duelo, intenta menos una nueva argumentación al respecto que la práctica de cierto estoicismo hedonista.
Rodrigué escribió una biografía heterodoxa de Sigmund Freud (su inspirador más profundo junto con Vladimir Lenin), pero también La lección de Ondina, Heroína (novela llevada al cine por Raúl de la Torre), El Anti-yoyó (junto a Martha Berlín), El contexto del proceso psicoanalítico, Biografía de una comunidad terapéutica, Psicoterapia de grupo, entre otros libros.
En el volumen no faltan anécdotas de casi todos sus cruces y experiencias: desde su viaje a Moscú, la marihuana, la protocomuna hippie "La Casona", que fundó con Pavlovsky en Belgrano, la muerte de su esposa, la ruptura con la APA y la fundación del grupo Plataforma, sus diatribas con los lacanianos, su relación con la escritura y su exilio en Brasil después de la muerte de Perón.
Lee a Jacques Lacan tarde, lo reconoce, como reconoce que lo aburre. Y pierde a un amigo, Bernardino Horne, que hoy es analista miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana, cuya dirección intelectual ejerce Jacques-Alain Miller.
Pero Mi prontuario está escrito bajo la divisa de que el amor es eterno mientras dura, como dice un verso de Vinicius de Moraes.
El hombre que muere feliz a los 84 años, rodeados de familiares, mujeres y amigos es el que recuerdan sus discípulos, un bon vivant que eligió la libertad del mar y los imperativos restrictivos de una sociedad que todavía, en el plano de las costumbres, atrasa varios años.
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