En nuestra región, una de cada tres personas en edad activa no trabaja
| 8 de Mayo de 2011 | 00:00
Alba Gajero tiene 43 años y vive el drama de ambos lados del mostrador. Por un lado, lo conoce de cerca por la tarea voluntaria que realiza en la bolsa de empleo de Cáritas La Plata, donde escucha seguido el drama de los que buscan trabajo y no lo encuentran. Y por el otro, lo sufre en carne propia cuando es ella la que sale a buscar y descubre una y otra vez que, pese a tener el título de asistente social y todas las ganas de demostrar lo aprendido, las puertas laborales cada día se le cierran un poco más. "Los que pasaron los treinta y pico ya son viejos para este mercado -dice ella-, imaginate los que tenemos más de cuarenta. Es muy difícil. Si a esta edad no llegamos con un empleo estable, las chances de conseguir algo rentado son remotas. Casi imposibles".
Alba se recibió en 2008 tras cuatro años de estudio. "Necesitaba una formación porque con mi oficio de peluquera no me alcanzaba -cuenta-. Tengo un hijo de doce años y hago lo que puedo para mantenernos. Voy a cortar el pelo a domicilio y sigo buscando, pero las posibilidades para la gente de mi edad son prácticamente nulas". Lo cuenta por experiencia propia: ya llevó su curriculum a varios lados pero hasta ahora no pudo conseguir nada. Ni un llamado. Ni una oportunidad. Aunque las cifras de desocupación a nivel nacional están en baja, su caso no es aislado ni extraño. Es común. Representa una historia dentro de las miles que, en silencio y en el más absoluto de los anonimatos, se escriben cotidianamente en nuestra región y el país.
A nivel local, detalla el estudio de Idesa, los datos están en sintonía con lo que ocurre a nivel nacional. Concretamente, la gente en edad de trabajar del Gran La Plata asciende a aproximadamente 505,1 mil personas. De ellas, los que están empleados son unos 318,5 mil, es decir el 63%. Los restantes 186,6 mil (el 37%) de personas activas engrosan el grupo de los desempleados (4%) y los inactivos (33%).
MIRADAS
Según estándares internacionales, la proporción de la población en edad activa que trabaja en países desarrollados se ubica entre el 70% y el 80%. Se incluyen, entre otros, a Alemania (70%), Australia (72%), Canadá (72%), Nueva Zelanda (73%), Holanda (76%), Suecia (72%), Noruega (76%) o Dinamarca (76%). Para los responsables del estudio encarado por Idesa, los datos oficiales "ponen en evidencia que los problemas de empleo no sólo se manifiestan por vía del desempleo y la informalidad. Un fenómeno oculto, tan o más importante desde el punto de vista social, es la masiva inactividad. Se trata de un problema estructural, que no se resuelve con el derrame del crecimiento económico. Prueba de ello es que entre los años 2004 y 2010, la actividad económica creció en más de un 50% pero la proporción de los inactivos se mantuvo prácticamente estable (habría crecido de 31% a 32%)".
Para explicar el por qué de esa situación, en Idesa sugieren que, luego de varios años de contexto internacional favorable, "la insuficiencia de trabajo productivo sigue siendo masiva. Esto se debe a que las reglas del mercado de trabajo conspiran contra la generación de empleo. Muchas de las instituciones laborales son defendidas porque supuestamente protegen el trabajo, cuando en realidad protegen los intereses corporativos, la burocracia y la corrupción".
Aunque difícil, la situación de Andrés no alcanza el dramatismo de historias como la de Mariela, que tiene dos hijas y debe mantener un hogar donde hace tiempo no entra el dinero de un sueldo mensual. "Yo me preparé pero hace años que no consigo nada -explica-. A veces escucho que el desempleo baja pero yo no lo creo. Qué querés que te diga. Mirá que voy a seguido a la bolsa de empleo de Cáritas y ahí veo que hay muchísimas personas que están en la misma situación que yo. Lo más terrible es ver cómo las posibilidades se cierran a medida que una va creciendo".
Para las autoridades de Idesa, cuyo estudio como se dijo está elaborado en base a datos del propio Indec, "la paradoja es que las políticas laborales se proclaman en favor del trabajo, pero son la principal causa de la escasez de buenos empleos. Sin un cambio de paradigma en las políticas laborales, una gran cantidad de personas seguirá teniendo obstáculos para acceder al trabajo. Uno de los principales factores de desarrollo es que la gente en edad de trabajar efectivamente tenga la posibilidad de insertase en un empleo productivo. Aumentando la proporción de la fuerza laboral que se inserta en el aparato productivo se maximiza la generación de riqueza y se dan las condiciones para el progreso social. Si todos los miembros en edad activa de las familias trabajan, se reducen las tasas de dependencia y con ello aumentan los ingresos totales de los hogares".
Lo que dicen en este organismo entra en sintonía con lo que opina y vive a diario Alba Gajero, para quien tener 43 años "significa estar absolutamente obviada de las políticas de reinserción laboral. Actualmente el mercado laboral argentino tiene una mirada selectiva que termina siendo cruel y perversa, y eso se repite tanto en el ámbito estatal como en el privado. Mi caso es un ejemplo claro: soy asistente social y realizo un voluntariado para ayudar a buscar empleo a quienes no lo tienen. Pero cuando yo necesito llevar algo de dinero a mi casa, la única opción que tengo es dejar mi formación de lado y salir a cortar el pelo a domicilio. Otra, por ahora, no encuentro".
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