Camba volvió a decepcionar y continúa en caída libre

Cayó otra vez en Ensenada y se encendió la alarma. Liniers, con muy poco, se llevó los tres puntos

Cambaceres volvió a decepcionar. Perdió con Liniers 1-0, y así, sumó una nueva frustración en Ensenada (hace nueve que no gana en el 12 de Octubre) y también en el certamen, ya que perdió los últimos tres encuentros del campeonato.

La derrota frente a un equipo limitado, que no había ganado hasta ayer, caló muy hondo en el plantel y también en el cuerpo técnico. Inclusive, el DT Alejo Santa María, que puso la renuncia a disposición de la dirigencia (ver aparte) se retiró del campo de juego insultado por un grupo de simpatizantes.

Cambaceres no puede quebrar la racha de local. Es un karma que se viene prolongando desde hace tiempo y que comienza a generar preocupación.

Ayer tenía la gran oportunidad de reencontrarse con la victoria, y sin embargo, un descuido en la última línea le permitió a Maximiliano Portillo convertir el único gol del encuentro, sobre el cierre del primer capítulo.

El Rojo, que salió con tres puntas y un enganche, tratando de asumir el rol protagónico, no pudo torcer el rumbo del partido, y sucumbió ante un oponente que se cerró bien y defendió con uñas y dientes el resultado a favor.

Después de un primer tiempo aburrido, donde los dos equipos jugaron prácticamente lejos de los arcos, Liniers se fue al descanso con un triunfo parcial, como sacado de la galera.

Camba, en el complemento, salió plenamente decidido a cambiar su imagen. Buscó siempre, utilizó un montón de variantes, pero jamás encontró la manera de alcanzar, al menos, la igualdad. Liniers esperó y contragolpeó.

La necesidad por revertir la situación, obligó al equipo a presionar en todos los sectores del campo de juego. Y lo consiguió. Manejó la pelota, dibujó diversas variantes, pero no logró quebrar la resistencia de Liniers.

Ni la media vuelta de Valenti que se estrelló en el travesaño, ni tampoco el disparo de Di Biasi que fue rechazado sobre la línea pudieron modificar el resultado. La suerte estaba sentenciada.

Luego, tras el pitazo del árbitro, vendría el reproche de la gente y los insultos de unos pocos para con el entrenador, que a pesar de tener el respaldo absoluto de los jugadores y de la dirigencia, necesita ganar para calmar las aguas.

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