Graciela Elena Delledonne de Demicheli
| 14 de Septiembre de 2011 | 00:00

Después de una vida dedicada por entero a su familia y al trabajo, falleció a los 71 años Graciela Elena Delledonne, respetada vecina de la Ciudad que se ganó el afecto de cuantos tuvieron la oportunidad de conocerla.
Fue la menor de tres hijos del matrimonio conformado por Celina Elena Bacchiega y Enrique José Delledonne. Había nacido el 4 de octubre de 1939 en La Plata y pasó su infancia en la zona de 4 y 43, donde su padre llevó adelante una tradicional mueblería de la Ciudad.
Luego de cursar los estudios primarios, ingresó al Liceo Víctor Mercante y cuando completó el ciclo secundario, comenzó a cursar en la facultad de Ciencias Económicas, aunque no completó la carrera.
Trabajó desde muy joven, y ya a los 21 años se matriculó como gestora administrativa para llevar adelante el empleo que siempre desarrolló en el ámbito del Registro de la Propiedad.
Conoció a José Luis Demicheli en la pileta del Colegio Nacional y a partir de ese momento consolidó una relación de entrañable compañerismo que los llevó a cumplir casi 50 años de casados. Fruto de la unión nacieron sus hijos: Adriana Graciela y Gustavo Luis, que a su vez le dieron la gran felicidad de convertirla en abuela de 3 nietos por los que se desvivía en atenciones.
La familia y el trabajo fueron sus dos guías. Siempre estuvo pendiente de cada necesidad de sus seres cercanos y a ellos se entregó de manera amorosa, recuerdan sus familiares.
En su tiempo libre le gustaba cocinar, tejer y hacer escapadas a Mar del Plata, la que consideraba como su segunda ciudad y el lugar en el que podía encontrar una pausa en la actividad.
En los últimos años mantuvo periódicos encuentros con sus compañeras de la secundaria, con las que celebró 50 años de egresadas y con un grupo de amigos que conoció en el Club de Regatas. También cosechó sentidos afectos entre sus vecinos de parque San Martín, zona en la que radicó su hogar en los últimos 40 años.
Pese a estar jubilada, acompañó de cerca la tareas de sus hijos, que la continuaron en la gestoría de la familia. En ese contexto, siempre se mantuvo actualizada porque se esforzaba por estar al tanto de todas las novedades laborales.
Honestidad a ultranza, rectitud, devoción por la familia y entrega al trabajo fueron algunas de las características que definieron cada uno de sus días y dejaron una impronta en la que se ganó el afecto por su trato cálido y afable.
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