Un viaje por los mares de Simbad
| 16 de Enero de 2012 | 00:00
Creo que lo más impactante son los contrastes. ¿Cómo adaptarse a los tiempos modernos y la globalización en tan corto tiempo? La respuesta a esta pregunta abarca varios aspectos, desde cuestiones profundas y delicadas -como las religiosas, sociales y políticas-, hasta más superficiales como, por ejemplo, la moda y el consumo en general.
LA FAMILIA, EL PILAR
Si bien los habitantes de Omán son mayoritariamente musulmanes abades, hay absoluta tolerancia con otros grupos musulmanes, así como con toda religión o credo. Y un aspecto digno de destacar de este pueblo es su naturaleza pacífica, a veces llevada al extremo de la abulia y la apatía. Sin embargo, se da un fenómeno curioso e inexplicable: Omán es uno de los países con más alta tasa de muertes en accidentes de tránsito. Personalmente encuentro muy agresiva la forma en que conducen, contrariamente a lo que son en el trato personal cotidiano.
A TRAVES DE SUS OJOS
Dicho así, sin más, estas costumbres remiten a la idea que tenemos en Occidente acerca de los pueblos musulmanes generada por la propaganda. Sin embargo, la visión local es muy diferente. Aquí entienden que de esa manera cuidan y protegen a las mujeres como si fuesen sus hermanas, generándoles un ámbito donde se estén cómodas y no se sientan tratadas como objeto. El código de vestimenta -abaya y hijab (túnica larga y velo) para las mujeres, dishdasha y muzzar (túnica larga y una especie de turbante) para los hombres-, tiene como propósito apantallar las figuras y evitar el coqueteo, objetivo que se logra parcialmente. Muchas mujeres decoran al máximo la superficie expuesta de su piel, con excesivos y recargados maquillajes y con aplicación de dibujos con henna en las manos y pies. Gradualmente están dejando ver sus cabellos y se colocan voluminosos broches debajo del velo, para aparentar que tienen una abundante cabellera.
VINCULADOS POR EL FUTBOL
Puede apreciarse también que existe una ambivalencia en cuanto a las normas que deben seguir y la transgresión de esos patrones. Sentada aquí, estoy escribiendo estas notas con mi copa de vino tinto argentino, a pesar de que las bebidas alcohólicas están prohibidas en Omán. Es que los extranjeros que acreditamos no ser musulmanes, después de realizar un trámite en la policía donde nos otorgan una especie de libreta-licencia, estamos autorizados a comprar cierta cantidad de bebidas alcohólicas. En Muscat hay pocos lugares donde podemos hacerlo: los locales están absolutamente camuflados y no tienen ventanas al exterior, para no despertar curiosidad de los nativos.
CONTRASTES
Pero como la vida no es un cuento encantado, hay un costado espinoso e injusto. Tanto a este país como a varios del Golfo Pérsico arriba infinidad de contingentes de inmigrantes de bajos recursos económicos, principalmente de India, Paquistán y Filipinas, con la esperanza de encontrar un trabajo digno para mantener a sus familias que quedan en sus países de origen.
Mayoritariamente son contratados para trabajar en la construcción, y puede verse que trabajan en condiciones lastimosas, en verano expuestos al sol, con cascos, mamelucos, botas, soportando lo insoportable, con temperaturas que llegan a niveles increíblemente altos. Viven hacinados en casillas y hasta en algunos casos sus patrones les retienen los pasaportes. Sus salarios son miserables y lo poco que logran ahorrar lo envían a sus familias. No existe ningún tipo de organización gremial entre ellos, porque de lo contrario automáticamente serían deportados. Muscat es considerada una de las ciudades más limpias del mundo, no debido a la educación de los omaníes sino gracias al ejército de empleados de limpieza, generalmente indios, que cuidan de ella como si fuera su casa, hasta el mínimo detalle. Esto lo vemos con nuestros ojos, no aparece en los periódicos, que se encargan solamente de publicar noticias acerca del resto del mundo y de eventos sociales en Omán.
El petróleo sostiene por el momento este sistema, donde los nativos no sienten un motor interior que los lleve a superarse, a enfrentar desafíos y cambios y ganarse un lugar en el mapa. Por el contrario, aprovechan la situación de bonanza sin preocuparse por las generaciones venideras, flotando en una realidad acomodaticia, donde la marca y el tamaño de los automóviles es casi su única preocupación. ¿Hasta qué punto este sistema va a sostenerse cuando el petróleo se acabe?
Medio Oriente no es un punto, cada país presenta enormes diferencias con el resto. Desde históricas hasta económicas. Omán es por el momento un oasis que vale la pena conocer. Tiene una naturaleza increíble, gente pacífica y amable. Sigue conservando ese encanto de ser el más tradicional de los países árabes, con perfume a incienso invadiendo todos los espacios.
(*) Doctora en Física. 46 años. Casada. Vive en Omán, desde noviembre de 2008
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