Himnos para bailar en penumbras

“Nosotros hacemos música para bailar. Nos gustaría que nos saliera algo parecido a la cumbia... pero nos sale esto”.

Sr. Tomate tiene ganas de sonar con ritmos salseros, pero no puede; su ciudad no los deja. Los años entre el smog y los adoquines grises de La Plata terminaron por cincelar en ellos un perfil ciclotímico, tan optimista como sombrío. Sin embargo pudieron hacer surgir de esa contradicción un estilo inclasificable y ecléctico. Ellos se ríen de la previsión, aunque se desenvuelven con un orden prolijamente cuidado. El público sabrá -o no- qué hacer cuando esa maraña le llegue a los oídos: la banda solamente sólo toca lo que le sale de los poros.

Después de nueve años reunidos, los Tomate tienen bajo el brazo “Allá en la Tierra” , el más reciente de sus álbumes; doce canciones que tardaron dos años en madurar y se pasean por todo el abanico de sonidos que generosamente despliegan Natalia “Poli” Politano -cantante-, E du Morote -batería-, Ale Bértora -trompeta y teclados-, Hernán Montaño -bajo-, Shaman Herrera -guitarra- y Pedro Millenaar -armónica-.

-El último disco está mejor cantado y grabado, ¿cómo lo consiguieron?

Poli: Primero armamos los temas y los grabamos en un demo, para escuchar como sonarían e ir redondeando la idea de cada canción. Generalmente tenemos una idea inicial respecto de las letras, los primeros arreglos o las bases.

Edu: Tenemos distintas técnicas para ir ensayando, a veces armamos sesiones bastante ruidosas y otras tocamos con un sonido más acústico.

P: El esquema de muchas canciones lo armamos entre Edu, Ale y yo. Y después en el ensamble cada cual participa con su instrumento, trae arreglos que le gustaron y opina sobre lo que se va construyendo.

-¿Cómo congenian entre seis para ponerse de acuerdo?

E: Todo se prueba y se descubre. Vamos viendo qué nos gusta entre todos.

P: Aprendimos con el tiempo a buscarle a la canción la idea. Sabemos que si una melodía la toca tal instrumento es porque queda buenísimo ahí, y no le quita valor a ningún otro. Además hay canciones que salieron rapidísimo y no se sabe por qué.

-Se me ocurre que “La pared” fue una de ellas…

P: Sí ese tema y “Dibujo un corazón”, por ejemplo. El primer día ya teníamos la maqueta de como iban a ser. De todas maneras, nos gusta mucho el trabajo de ir complejizando una base musical de letra, melodía y ritmo. Después le sumamos los condimentos que son los arreglos.

E: Para este disco trabajamos más la pre-producción, por eso al grabar ya conocíamos bien todo. Entre el demo que hicimos y el álbum final, casi no hay diferencias.

Sr. Tomate habla sin maquillaje, y resume en un renglón cuestiones que podrían insumir media página: “No sé si salir toda la semana o quedarme en mi casa pensando cosas raras” , o “las palabras salen de tu boca y ya no te pertenecen” .

Como las letras, el espíritu de la banda es frontal. “Tocamos lo que nos sale, somos auténticos en eso” , explica Poli.

Y al momento de tocar en vivo, tampoco hay nada impostado. Un tema sigue al otro casi sin pausa, la cantante habla poco con su público y la música se debate entre algunas canciones eléctricas y otras suaves. Los recitales son como viajes de varios kilómetros en los que se van alternando tramos en micro y otros en bicicleta. Solamente así se puede entender que en un mismo show convivan temas como “Poco espacio” y “La tempestad”.

CATALOGO INCIERTO

Otra pareja de protagonistas en permanente diálogo son el rock y el folklore. Así, el abanico se despliega desde “Camioneta”, pasando por “La pieza de un amigo” hasta “Debajo del sol”, de alma pop. En un punto, el disco tiene dos tomos implícitos: el primero más canción y el segundo decididamente folk. Esa ambivalencia está explicada por Poli con la misma claridad con la que le pone letra a la música. “Mi gusto musical abarca desde Horacio Guarany hasta Patti Smith” , escupe sin meditar nada. Si se lee eso, se entiende un poco mejor la identidad sonora del grupo, complicada de catalogar.

-No es por etiquetarlos, pero ¿este es su disco más beatle?

P: No sé, como somos muchos y muy melódicos todos, siempre era un problema poder sintetizar todo eso. En este disco pudimos lograr una síntesis dentro de toda esa catarsis de melodías, quizá por eso cierra más.

E: En “Allá en la tierra” elegimos un timbre por canción. En un tema la melodía la lleva el teclado, o la trompeta. En cambio, en los otros álbumes iba todo junto en un tema. Igual, no fue algo premeditado, nos salió así.

Los seis integrantes de Sr. Tomate cantan o hacen coros. “Muchas veces no podemos pero nos gustaría tener seis micrófonos” , dicen para confirmar que la esencia de la banda puede remitir a un fogón en la arena o a quince amigos en una mesa cantando al mismo tiempo. Agrega Poli: “Vendrían a ser como cantos de marcha, porque en vivo cantamos todos a la vez, en una misma dirección, y le da una energía particular a los shows”.

-Alguna vez dijeron que les sorprende que haya gente bailando en sus recitales…

P: Sí, nos parece extraño eso por el estilo que construimos, porque es medio trabado el asunto. No somos una banda bajón, lo que hacemos es bailable, aunque tal vez no sean ritmos como candombe o cumbia.

E: Nos sale algo que tiene ritmo para poder moverse, pero no es un estilo típico de baile.

P: Y también hay diferencias en vivo, porque sonamos más fiesteros, a veces hasta trash.

La cantante, inquietantemente flaca, cuenta que en los recitales las canciones salen con un tempo más acelerado que el original. Tuve que esperar casi una semana para verlos en vivo y comprobarlo. Pese a que mantienen el orden, el frenesí del momento los lleva a apurar los ritmos, a salirse de la vaina y a impacientarse por tocar la nota que sigue.

Uno de los mejores ejemplos es “Infarto”, que se desenfunda en tres minutos con velocidad taquicárdica. Ellos aclaran que “ eso pasa porque hay una euforia de nosotros y del público, porque cantamos todos. Estamos ansiosos y no podemos tocar más despacio. Y a la gente también le gusta así”.

Sr. Tomate es como esas personas a las que no les molesta seguir bailando transpiradas, agitadas o desencajadas. Pero crean una suerte de baile triste con una carga casi filosófica en la espalda, que los distancia de un ritmo típico de festejo. Toda una vida -o 20 años en el caso de Poli- entre diagonales empedradas pueden ser la explicación.

-¿Qué tiene de platense la banda?

P: Que andamos en bicicleta (risas). Terminamos armando una banda porque nos teníamos cerca. Uno se cruza con gente con las que comparte cosas, la mayoría de las bandas platenses surgen así. Uno se visita mucho con personas del mundo de la música, sumado a que continuamente hay mucha juventud llegando.

A dos décadas de haber desembarcado de Tres Arroyos, Poli se acuerda de la frase que una amiga le dijo al teléfono para convencerla: “Venite para La Plata porque está lleno de fiesta” . Después de un paso fallido por Bellas Artes, la cantante se dio cuenta de que lo suyo era la música.

Edu y Poli reconocen que no saben si mejoró el nivel de las bandas locales en todo este tiempo, aunque lo que sí les ayudó fueron los cambios tecnológicos. “Antes grabábamos en la pieza de un amigo” , cuentan, y el título de la canción les sale ya como un acto reflejo. La experimentación de los ‘90 hizo que aprendieran a mezclar sonidos, diseñar la tapa y promocionar la obra. Hoy, pese a tener un equipo de producción profesionalizado, se siguen dedicando de casi todo lo referente a los shows en vivo.

¿Qué planes tienen para 2013?

P: Ya empezamos a componer nuevos temas. Y queremos filmar varios videos. Es difícil, porque si bien nos ayuda mucha gente, estamos solos en el sentido de que nos ocupamos de todo nosotros. A veces te cansás, pero cuando ves que es tan lindo lo que hacés…

Románticos no: pasionales. “La pasión pasa por la fuerza irracional y el impulso. ¿Si le ponemos música al impulso? Sí, puede ser, por eso hay esa efervescencia en vivo” , dicen. El jugo de tomate difícilmente sirva para algo. Pero ahí está, junto con la pulpa desordenada, para simbolizar a una banda hecha a medida del fruto comestible: tan ácida como natural.

Entrevista y textos: Diego Dipierro.

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