Sorpresa y conjeturas tras un nombramiento

Por MARIANO PÉREZ DE EULATE

Un reciente movimiento de piezas en el oficialismo ha generado variadas lecturas políticas en la intimidad del gobierno bonaerense. Se trata de la sorpresiva mudanza del senador por la Segunda Sección electoral y vicepresidente de la Cámara Alta, Sergio Berni, a la Secretaría de Seguridad de la Nación, en los hechos un sillón que equivale a ser el número dos de la ministra Nilda Garré.

En la Nación, Berni asumirá en una Secretaría de Seguridad que ha sido reformulada, acaso jerarquizada

Berni, médico y militar, es un dirigente del kirchnerismo duro con historia de trabajo en temas sociales en el ministerio de Desarrollo Social del gobierno nacional que, desde hace muchos años, encabeza Alicia Kirchner. Tiene llegada directa al núcleo duro del poder. En el Senado provincial potenció la estrecha relación que tiene hace tiempo con el vicegobernador Gabriel Mariotto. Ambos habían establecido un sistema de trabajo que avanzó sobre posiciones claves de la Cámara y que tiene, también, una pata en Diputados, encarnada por el vicepresidente de ese cuerpo, el "camporista" José Ottavis.

Tal vez porque justamente se perfilaba como uno de los hombres fuertes del Senado bonaerense, su salida hacia el gabinete nacional sorprendió a propios y extraños. La mayoría de los legisladores de la Cámara se enteró cuando la mudanza ya era un hecho consumado. Sin embargo, no habría sido una decisión acelerada. Fuentes del justicialismo aseguran ahora que, a modo de versión imprecisa, la "salida hacia arriba" de Berni se había escuchado en enero en reductos oficialistas.

DATOS Y ESPECULACIONES

No es un secreto que Mariotto y Berni habían tomado el tema de la seguridad como uno de los ítems de diferenciación -vía gestos y críticas públicas- con la gestión de Daniel Scioli. El vicegobernador actuó siempre como la cara visible de esa postura y en verdad no sorprende ya que Berni es cultor del bajo perfil. Eso, a pesar de que tiene manifiestas aspiraciones electorales (antes de competir por la banca quiso ser intendente de Zárate).

Su ascenso a la secretaría de Seguridad es un tema del que ha tomado nota la primera plana del sciolismo, más allá de las declaraciones de ocasión que buscan precisamente espantar la idea de que es un tema que inquieta.

En fuentes oficiales circula la tesis de que Berni será una suerte de fiscalizador de la gestión de seguridad sciolista, encabezada por el ministro Ricardo Casal. Si venía imponiéndose la sensación de que existía cierta tregua entre Nación y Provincia en este tema, luego de meses de que Scioli fuera sometido a abiertas críticas de voceros del cristinismo, la designación de Berni vino a relativizar esa idea.

Sobre todo porque Berni asumirá en una Secretaría de Seguridad que ha sido reformulada, acaso jerarquizada. Para que se entienda: no será la misma dinámica de funcionamiento a la que debía atenerse su antecesora, la saliente secretaria Cristina Camaño. Por ejemplo: el nuevo funcionario -y este es un punto que se encargan de difundir las fuentes K- tiene atribuciones para coordinar políticas de combate al delito directamente con los municipios.

La lectura que se ha hecho en el peronismo oficial, y que es un escenario maldito para Scioli, habla de que el ascenso de Berni constituye un posible paso previo para su desembarco en el manejo de la seguridad bonaerense.

Esta versión supone la salida de Casal del ministerio. Nadie lo da afuera del gobierno sciolista -"el Gobernador jamás lo entregará", dicen las fuentes- pero sí lo imaginan manejando el área de Justicia, que en este esquema sería nuevamente desdoblada.

Siempre según esta especulación, en su paso por Nación Berni tendría tiempo de prepararse para la cuestión bonaerense. Algunos sectores del kirchnerismo abonan esta tesis: es que sería la consagración de los sectores llamados "garantistas", cercanos a la Presidenta, que desde hace rato plantean la necesidad de un cambio drástico en la lógica del manejo de la Policía, de las políticas de prevención y combate al delito y de los mecanismos de control de las fuerzas de seguridad provinciales.

Desde Desarrollo Social, Berni -con grado de teniente coronel del Ejercito- se hizo un experto en apagar conflictos sociales, tejió una amplia red de contactos entre las organizaciones piqueteras y grupos de izquierda y trabó relación con la mayoría de los intendentes del peronismo, en especial los de las zonas calientes del conurbano. Una tercera lectura que circuló sobre su designación en Seguridad dice que es el hombre ideal para manejar eventuales escenarios de protesta en un año de vacas flacas.

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