Todo cambia, nada cambia

Por RAUL CADAA (*)

GLASGOW, Escocia (Especial para EL DIA).- Todo cambia. Antes la ceremonia de apertura era previa a que empezaran los Juegos Olímpicos. Hoy las competencia arrancaron y todavía no hay inauguración.

Hace dos semanas que estoy en Glasgow y no hay fiebre de Juegos. Los escoceses dicen que los juegos son de Londres y no de todos los británicos. Hablan de deportes todo el tiempo, pero no de la competencia de la que todo el mundo habla. Lanzaron la cuenta regresiva, faltan dos años, para los Juegos del Commonwealth. Una suerte de evento deportivo en el que participan países dependientes de la corona británica. De esos si conversan, los organizan ellos, para el 2014 y aquí en Glasgow. También hablan del tenista Andy Murray y del flamante ganador del Tour de France Bradley Wiggins. Los dos, por supuesto escoceses, que han relegado a las estrellas inglesas.

Tomar el tren que sale desde Glasgow Central Station, y mostrar la entrada en la estación para viajar gratis; decían algunas de las instrucciones. Diez minutos después, bajar en la estación y caminar cinco cuadras hasta el estadio. En la puerta del mismo una coreo hecha por veinte chicas, bailando al ritmo de un par de gaitas, entretienen a la gente que va llegando. La mayoría de las personas son mujeres o chicos. Adentro, más gaitas. Todo el mundo observa la entrada en calor de la arquera nortemaricana Hope Solo que hace unas semanas posó desnuda para una revista. Todo cambia.

El partido fue bastante entretenido. Francia jugaba mejor fútbol y ganaba 2 a 0. Pero se veía que las americanas a base de esfuerzo, repetición de jugadas y diferencia física iban a empatarlo. También cambió el resultado. Estados Unidos lo empató; y lo ganó 4 a 2.

Como estaba planificado, ni bien terminó EE UU-Francia, comenzó la entrada en calor de las jugadoras de Colombia y Corea del Norte. La gente hacia la ola, escuchaba la música del estadio, a los gaiteros y se sacaban fotos. La voz del estadio nombraba a las jugadoras de Colombia y Corea, mientras mostraban en la pantalla las fotos de las coreanas del norte con la bandera de Corea del Sur al lado. Esto despertó la ira del delegado norcoreano y no querían salir a disputar el juego.

A todo esto, en dos oportunidades, de las varias que acontecieron en el Congreso Olímpico, dije que era argentino; y me preguntaron si vivía en Rio de Janeiro. Nada cambia.

(*)Cátedra Libre de Sociología del Deporte, UNLP

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