Los crespones y un estallido de colores que embellece la Ciudad

En distintas zonas se ven las copas fucsias, violáceas y blancas

Desde que se inicia la primavera hasta que llega el otoño, La Plata, considerada por muchos “la ciudad de los árboles”, vive un verdadero estallido de colores. Producto del ciclo biológico que atraviesa en estos meses el rico patrimonio forestal del casco urbano, la vía pública es escenario de un espectáculo único que se va ofreciendo según los tiempos de floración. Ya pasado el cénit estacional de los lapachos y los jacarandás ahora es el turno de los crespones, llamados también Arboles de Júpiter, que dispuestos en las cazuelas de distintas calles atrae la atención por sus flores de gamas fucsia, violácea, rosa pálido y blanca.

Ese show de esplendorosas copas se ve por estos días en distintas zonas del casco de la Ciudad, como 68 entre 28 y 29, 38 entre 29 y 30, 30 entre 38 y 39 y a lo largo de varias cuadras de la calle 17, donde se disponen, salpicando de colores el barrio, desde 70 hasta diagonal 74. También sobresalen en algunos sectores de la periferia, como 6 entre 520 y 521 -Tolosa- y 133 entre 65 y 66 -Los Hornos-.

No es en su caso el tamaño lo que la convierte en una especie destacada. Por el contrario, según señalan los especialistas, con una altura entre los 6 y 9 metros, el crespón (“lagerstroemia indica”, según su nombre científico) ocupa el tercer grado de dimensión entre los ejemplares arbóreos. Ideal -también por magnitud- para ser utilizado en paisajismo, su mayor atractivo está en la particularidad cromática que presenta. De corteza color canela, los hay de los más variados matices del rosa -desde el furioso fucsia hasta apenas rosado-, pero también se encuentran en tonos de blanco y el lila.

INFINITAS VENTAJAS

Son muchas las virtudes del Arbol de Júpiter de acuerdo a la opinión del ingeniero agrónomo y paisajista Alfredo Benassi: “Tiene algunas ventajas para el uso urbano porque es caduco, es decir, sin hojas en invierno, y entonces los frentistas reciben sol. Además, por su tamaño, no rompe veredas ni interfiere en los cableados”, puntualizó.

Otras cualidades le otorgan un “altísimo valor paisajístico”, según Benassi. “Es que tiene una floración abundante y persistente, y el follaje, en otoño, se pone color rojizo”, concluyó el titular de la cátedra de Planeamiento y Diseño de Paisaje de la facultad de Ciencias Agronómicas y Forestales de la UNLP y director del posgrado en Planeamiento Paisajista y Ambiente.

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