Arte minimalista
| 8 de Diciembre de 2013 | 00:00

Por JOSE SUPERA
Escritor
PRIMER TRAZO
Un trazo, un línea, llena de color y de vida y de sentimiento, de libertad, porque el arte es libertad, no hay cárcel mental ni contaminantes de realidad, no hay deformaciones llenas de miedo, no hay corset ni chalecos de fuerza, cuando la mente de un niño realiza arte, no hay arte más puro y noble y perfecto. Estoy en el aula de la escuela San Simón. Sábado por la tarde. Mis ojos miran una pared llena de dibujos de chicos de 6 años. Insurrección de color, explosión de vida, un caos perfecto de formas rebeldes, sin los moldes de los prejuicios. Estoy en un aula vacía llena de arte. En un rato van a llegar los chicos con sus familias. Pienso en la frase de Einstein que dice que el arte es la expresión de los más profundos pensamientos por el camino más sencillo. Alguien me está mirando desde la puerta del aula. Es la famosa artista cubana que vino a enseñarles a estos chicos que poco debe aprenderse y mucho debe sentirse. A su espalda cae el sol de una tarde violenta. Su figura se recorta y parece salida de uno de sus mágicos cuadros. Me espera. Sus ojos café, su sonrisa. Dice la palabra libertad y sale del marco de la puerta y deja entrar toda la luz. La sigo.
SEGUNDO TRAZO
La mujer que me llama desde la puerta y que ahora sigo por los pasillos de la escuela es la artista plástica cubana Alicia Leal. Vino desde sus islas para participar del proyecto llamado Arteniño que se realiza todos los años en el colegio San Simón de nuestra ciudad. Su voz me llega en pinceladas suaves pero firmes. “Vivo en La Habana, me dedico al arte, a la pintura. El gobierno de Cuba apoya mucho el arte, a los artistas jóvenes; no hay trabas para hacer una obra; siempre han dejado salir a los artistas. Yo pienso que los artistas en mi país hemos sido unos privilegiados”. Caminamos entre cientos de pinturas que realizaron los alumnos del colegio, todas basadas en su obra. Durante dos semanas, todos los días, ella trabajó con los chicos codo a codo, mano a mano. “Venir acá a trabajar con los chicos para mí fue un premio. Como todo el año los chicos habían estudiado mi obra, se creó una expectativa de los dos lados muy interesante”. Veo en pinturas trazos que parecen de artistas consagrados mundialmente. Pero esos trazos salieron de manitos pequeñas, de chicos que recién están aprendiendo a leer y escribir. “Los niños tiene su propio mundo, su propio lenguaje. Pero hay una influencia, el ojo se les tiene que ir educando, y después ellos con su propio lenguaje hacen una fusión: hay que ver las cosas que salen de ellos…”
En un rato van a llegar los chicos con sus familias. Pienso en la frase de Einstein que dice que el arte es la expresión de los más profundos pensamientos por el camino más sencillo. Alguien me está mirando desde la puerta del aula. Es la famosa artista cubana que vino a enseñarles a estos chicos que poco debe aprenderse y mucho debe sentirse
TERCER TRAZO
Elena Gonzales es la directora del proyecto Arteniño. Es artista y docente. Histriónica, habla moviendo las manos, está exultante con la actividad, es el último día, es la presentación de las obras ante los padres y en unas horas el colegio va a estar lleno de gente. Elena se mueve de un aula a otra. Se nota que ama lo que hace. Destila una energía eléctrica, contagiosa. Tiene un colgante con la bandera de Cuba en su cuello. Se lo señalo y sonrío. Me contesta el gesto y me cuenta que “el proyecto pasa por distintos lenguajes artísticos como música, literatura infantil, plástica, danza y teatro, entre otros. Son chicos de acá del colegio, pero está abierto a toda la comunidad. Acá los chicos conocen la obra de artistas de todo Latinoamérica: este año fue Alicia Leal, trabajaron casi todo el año en su obra aunque también vieron a otros artistas. Trabajamos con el artista, la cultura de ese país. Este año fue Cuba, pero otros años fueron artistas de acá, como por ejemplo el artista platense Muni Caretti, o hubo un año que estudiamos el arte de Bolivia, y trajimos al artista Mamani Mamani, que es un pintor reconocido internacionalmente. La plata de los pasajes para traer a los artistas la sacamos de la feria de arte que realizamos acá donde vendemos las pinturas de los chicos. La familia viene y los padres se comprometen. Ahí te das cuenta que todo esto tiene sentido”.
CUARTO TRAZO
En el patio de la escuela hicieron un gran mural. Colores, trazos gruesos e hipnóticos. Veo pintadas las palabras amor, salud, casa, familia, derecho, educación. Pienso que hay chicos que creen en cosas de las que muchos ya no creemos. Está bueno eso. Muy. Y entonces a lo lejos veo a un hombre alto y de pelos explosivos. Como un inventor o un científico loco de las formas y los trazos. Es el artista platense Muni Caretti, quien colabora con el proyecto. Me acerco, presentación, estrechamos manos. “El mural lo pintamos con treinta chicos, con los de tercero, aunque también había otros grupos. Trabajo con ellos todas las semanas. Cuando les digo que dibujen y ellos hacen una boca con una línea, los corrijo y les digo que las bocas no son así, que las bocas tienen labios, quiero ver labios, dientes… Y ellos entienden, y ahí se produce la magia. No los dejo usar la goma de borrar. ‘Ustedes van a pintar’, les digo. Pinten. Si se equivocan, pinten arriba, pero pinten. Y ellos absorben. Porque ellos absorben todo. Mirá cómo será que el otro día les explicaba lo que era el surrealismo y unas semanas después pedí que dibujaran unos animales y uno de los chicos dibujó una cola de dragón y le pregunté qué era y me contestó surrealismo. ‘¿Podemos dibujar una lluvia de frutillas?’, me preguntaron el otro día. Y les contesté que sí, que dibujen, que sean libres y que dibujen”.
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