Antes de irse, el Papa llama a una renovación de la Iglesia

“Siempre estaré cerca, aunque oculto al mundo”, dijo al despedirse de curas y seminaristas, en medio de ovaciones

BENEDICTO XVI DA SU BENDICIÓN, ACOMPAÑADO POR EL CARDENAL AGOSTINO VALLINI (CENTRO) Y POR SU SECRETARIO PERSONAL, GEORG GAENSWEIN (DER), EN EL VATICANO

CIUDAD DE VATICANO.- El Papa Benedicto XVI, que anunció inesperadamente que renunciará a su pontificado el 28 de febrero, urgió a una “renovación” de la Iglesia al despedirse ayer de cientos de párrocos y seminaristas tras haber denunciado el miércoles con tono profético la hipocresía y las rivalidades que amenazan a la milenaria institución. “Tenemos que trabajar para que se realice verdaderamente el Concilio Vaticano II y se renueve la Iglesia”, dijo a los religiosos en la Sala Pablo VI del Vaticano.

Agotado, con ojeras y la voz ronca, el Papa, vestido con su tradicional sotana blanca, habló ante el clero de Roma de su pasado como teólogo y contó anécdotas relacionadas con el Concilio Vaticano II, en la década de los 60, en el que participó activamente, un evento considerado clave para la modernización de la Iglesia del siglo XX.

Para el Papa dimisionario, las reformas aprobadas entonces, su apertura al diálogo con el mundo, “no se han realizado”. “La Iglesia no es una organización, jurídica ni institucional, sino una organización vital que está en el alma”, explicó. “Somos la Iglesia, somos todos un cuerpo vivo, todos juntos, los creyentes”, aseguró. Además, los obispos unidos son la continuación de los doce apóstoles y “sustancialmente no se trata de poder”, señaló.

El primer jefe de la Iglesia en siete siglos que renuncia a su cargo consideró que la visión actual que dan los medios de comunicación de la Iglesia, tan política, “creó muchos problemas, fue una calamidad”.

Asimismo, el pontífice dijo, durante la audiencia de despedida con sacerdotes de la diócesis de Roma: “Aunque me retire ahora, siempre estaré cerca de todos ustedes en mis plegarias, y ustedes estarán cerca de mí incluso aunque yo permanezca oculto al mundo”. “Debido a mi edad, no he preparado un gran discurso sino una charla”, reconoció. Las palabras improvisadas de Benedicto XVI, quien no usaba anteojos, conmovieron a los asistentes, que lo ovacionaron en señal de admiración y respeto, vitoreándolo repetidamente. “En nombre de los sacerdotes de Roma le aseguramos al Papa que lo queremos y que nos comprometemos a orar por él”, le dijo el cardenal italiano Agostino Vallini. El Papa entró apoyándose en un bastón, mientras los aplausos se mezclaban con el canto “Tú sei Petrus” (Tú eres Pedro).

El miércoles, sus palabras de condena a la Iglesia, a la que llamó a superar “hipocresías, rivalidades y divisiones”, fueron interpretadas como una referencia a las luchas internas por el poder y a las intrigas dentro del Vaticano que marcaron sus casi ocho años de pontificado. Para muchos expertos y vaticanistas, esos escándalos jugaron un rol fundamental en la decisión de anunciar el lunes su intención de renunciar. Benedicto XVI participó en las tareas de preparación del Concilio Vaticano II entre 1962 y 1965 como “perito” del cardenal alemán Joseph Frings, entre los purpurados más progresistas y que pedía profundos cambios dentro de la Iglesia.

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