Para la Provincia, 2014 se inicia con un enorme interrogante sobre sus cuentas

EL GOBERNADOR SCIOLI Y LA MINISTRA DE ECONOMÍA, SILVINA BATAKIS

Por MARIANO PEREZ DE EULATE

Acaba de comenzar un año que en materia económico-financiera será muy delicado para la administración de Daniel Scioli y que, sin dudas, estará signado por los resultados de las negociaciones salariales con los gremios estatales, que llegarán a las conversaciones con altas pretensiones debido a los beneficios obtenidos por las fuerzas de seguridad el mes pasado.

Cada punto porcentual de aumento salarial se traduce en una mayor necesidad de financiamiento de la Provincia, sobre todo si se tiene en cuenta que en el Presupuesto aprobado por la Legislatura no está contemplada ninguna pauta de aumento.

A fines de diciembre, el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) dio a conocer un informe que refleja la importancia relativa del gasto en personal en cada provincia del país. Lo que arroja el estudio es una clara foto del esfuerzo fiscal que significa para cada jurisdicción los aumentos en este rubro. Que por otra parte resultan inevitables debido, principalmente, a la inflación en ascenso. Los datos que toma el trabajo son de 2012, último año para el cual existen datos oficiales anualizados.

En el caso de Buenos Aires, aquel año tuvo un gasto en personal declarado de 59.030 millones de pesos. Eso representó un 49 por ciento del total de lo gastado por la Provincia. O sea que casi la mitad de los gastos provinciales se destinan a pagar sueldos.

Hay provincias que están peor en esa relación entre gasto total y gasto en personal: Río Negro, por ejemplo, destina el 62 por ciento de los que gasta al pago de salarios.

Lo interesante del estudio del IARAF es que plantea el impacto que significó cada suba de un punto porcentual del gasto en personal para el año que acaba de irse.

Para el caso de Buenos Aires, cada punto porcentual que se elevó el gasto en personal durante 2013 significó que el gasto total de la Provincia subiera 590 millones de pesos (un 0,5%). Allí se halla, multiplicado por los porcentajes totales de aumentos de los salarios que se otorgaron, una de las necesidades de financiamiento que el gobierno de Scioli debió afrontar el año pasado.

NEGOCIACIONES Y DUDAS

Por eso es importantísimo el cierre de las negociaciones salariales, que amenazan con ser muy duras según lo que anticipan los habituales voceros gremiales. Y se abre un interrogante enorme sobre el futuro de las cuentas provinciales en 2014. Un escenario optimista sería, por ejemplo, que se prorroguen anualmente los vencimientos de deudas (capital e intereses) que la Provincia tiene con el gobierno nacional y que el aumento en el gasto salarial no sea mayor al 25%. Son pocos los que abonan una tesis así, aunque la Casa Rosada ha dado alguna señal –cortoplazista- respecto al tema endeudamiento.

Un punto a favor que tenía Buenos Aires hasta ahora, en medio de todo este berenjenal, es que venía mostrando una desaceleración en el ritmo del gasto público respecto a otras provincias (lo que también incluye el achique del rubro “inversiones”, que tiene otras consecuencias a futuro) y un aumento de los ingresos tributarios propios, fruto de la enorme presión impositiva (lo que trae el costo de afrontar el malestar en el sector privado).

En un trabajo publicado por el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), de la Fundación Mediterránea, se analizó la evolución fiscal de las principales provincias durante el 2013 (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Ciudad de Buenos Aires)

En el caso de la mayor provincia del país los datos son sólo hasta agosto último porque el ministerio de Economía bonaerense tiene un incomprensible “delay” para actualizar la información oficial.

Según el informe, Buenos Aires presenta la mayor contención en el gasto primario –las erogaciones corrientes sin contar los pagos de la deuda pública- de todo ese grupo estudiado. Hasta agosto pasado, el gasto había contabilizado un crecimiento de “sólo” 20,1 por ciento. Como bien detalla el trabajo, para entonces crecía cinco puntos menos que la inflación, lo que supone un ajuste en términos reales.

Gran parte de esta variación hacia arriba del gasto bonaerense se explica por el gasto en personal, que hasta agosto crecía un 17,5 % anual. Contrariamente, los gastos de capital, los destinados a inversión real que se vinculan a las mejoras de los procesos productivos y demás, bajaron un 10,5 % respecto al mismo período del 2012.

SEÑAL POSITIVA

La contención de los gastos primarios y un buen incremento de los ingresos (aumentaron un 34,8 % en general y un 49% en el caso de los tributos propios) hicieron que, al menos entre enero y agosto de 2013, la Provincia presente un resultado primario positivo de 3.210 millones de pesos. Restando el peso de los intereses de deuda y demás pagos de ese rubro, el saldo sigue siendo positivo pero en torno a los 660 millones.

Aún con cierto ajuste, una retracción de las erogaciones de capital (inversiones, obra pública, etc) y cierta contención en la expansión del gasto, al menos en buena parte de 2013 la ministra Silvina Batakis pudo mostrar números positivos.

Ahora bien, se vuelve a lo dicho: la protesta policial iniciada en Córdoba y derramada a casi todas las provincias, y el aumento de más de 50% que prometió Scioli, significan una enorme presión sobre esas frágiles cuentas públicas de Buenos Aires antes detalladas y un inevitable aumento del gasto inicial en personal para 2014, que acaso corte la tendencia a la contención que marcaba el estudio del IERAL.

Dado que el gasto en salarios representa el ítem de mayor importancia en la estructura de erogaciones de la Provincia (aquel 49% que menciona el trabajo del IARAF), las mejoras en los salarios policiales y el efecto comparación en el resto de los empleados del sector público implicarán un cambio en la lógica de las negociaciones paritarias y un ejercicio de imaginación extra para los funcionarios sciolistas encargados de conseguir los fondos necesarios para afrontar esos gastos por venir. Todo, en el contexto de una provincia que tiene escaso o nulo margen para incrementar los recursos propios, luego de haber hecho reformas recientes que elevaron la presión tributaria a niveles récord.