Se multiplican los gestos solidarios para el docente que perdió medicación por cortes de luz

“En apenas 48 horas me llamó todo el mundo”, reveló Daniel Peñalva, asombrado por la repercusión que tuvo su relato en las páginas de EL DIA. El profesor de filosofía, que vive en La Loma, enfrenta un complejo tratamiento médico para sobrellevar un síndrome metabólico

“Por mi enfermedad, tomo catorce medicamentos por día” reveló el docente que vivió un calvario por los reiterados apagones

“En apenas 48 horas me llamó todo el mundo”, reveló Daniel Peñalva, el docente de La Loma que perdió medicación vital por los reiterados apagones, asombrado por la repercusión que tuvo su testimonio en las páginas de EL DIA. “Los gestos y los mensajes de aliento que recibí en los últimos días me están haciendo recuperar salud; la verdad, a partir de un hecho desgraciado se generó una corriente de solidaridad que aún no la puedo creer", añadió.

“Alumnos, ex alumnos, colegas, funcionarios... Todos se interesaron por mi condición, incluso en una de las escuelas en las que trabajo propusieron hacer una colecta, y se pusieron a mi disposición. Fue tanto que en algún momento pensé que era una broma”, cuenta el profesor de filosofía de 48 años.

Peñalva, que es soltero y también dicta materias como física y matemática, enfrenta un complejo tratamiento médico para sobrellevar un síndrome metabólico que incluye hipertensión, diabetes, poliartritis reumatoidea y hepatitis “B” crónica desde hace quince años.

Precisamente, fue hace una década y media que Peñalva, quien ejerce la docencia desde los 18 años, llegó desde su Lobería natal a la modesta vivienda de 38 entre 21 y 22 en la que aún reside.

Días atrás, con la ola de calor y los cortes de luz, las cosas se le complicaron. “Por mi enfermedad, tomo catorce medicamentos por día” reveló: “algunos de ellos necesitan refrigeración, por lo que a partir del 16 de diciembre, cuando empezaron los apagones intermitentes en el barrio, dejé la heladera cerrada y no la abrí por nada del mundo, por miedo a que perdieran la cadena de frío”.

“Cuando los cortes pasaron de durar una hora a seis, y especialmente el lunes 23, cuando fueron más de 22 horas, corrí a la casa de mis vecinos” señala el docente, “para intentar evitar lo que, finalmente, sucedió. Las cuatro ampollas de Orencia, un inyectable que me aplico todos los meses porque es lo único que me quita el dolor, se echaron a perder”.

Cada dosis de Abatacept u Orencia cuesta $6.557. “Sin esa terapia biológica, que es una especie de quimioterapia que me hago religiosamente, quedé paralizado por el dolor” admitió Peñalva con angustia.

Si bien cuenta con cobertura social, el maestro debe tramitar periódicamente autorizaciones y presentar certificados que demoran la entrega de los fármacos cerca de un mes.

La historia de Daniel se conoció el domingo. Enseguida sobrevino una cascada de empatía y ganas de ayudar. “No puedo creer lo que pasó” subraya: “me llamó todo el mundo. Amigos y compañeros de treinta años de docencia que querían promover una colecta, funcionarios del ministerio de Salud y la dirección de Educación, autoridades del IOMA que se ofrecieron a agilizar el trámite ante la emergencia...”.

“Afortunadamente, parece que la discontinuidad del tratamiento no se va a extender demasiado” advierte Peñalva

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