Inexplicable reiteración de ataques a los colectivos y automóviles en la Autopista

Las autoridades policiales se siguen mostrando impotentes para enfrentar el grave problema que significan los ataques a piedrazos a colectivos y automóviles en la Autopista La Plata-Buenos Aires, en una situación que, cuanto menos, puede calificarse como llamativa, ya que las agresiones ocurren en un escenario que se supone cercado de punto a punto y cuya custodia, por consiguiente, se encuentra más facilitada que las que deben efectuarse sobre espacios abiertos.

Lo cierto es que hace pocas jornadas fueron atacados varios ómnibus -algunas versiones hablaron de cuatro unidades, otras de siete- pertenecientes a dos empresas, en agresiones que tuvieron lugar en las inmediaciones de la bajada local de la autopista. O sea, en un tramo en el que, sin solución de continuidad, se han reiterado episodios similares.

Tal como se informó, algunos pasajeros de esos colectivos aseguraron que los ataques suelen ocurrir en horas de la noche y que, en los sucedidos días atrás, no fueron piedras sino disparos de armas de fuego los que rompieron los vidrios de los transportes. Detallaron asimismo que los choferes no pararon a pesar de los daños que sufrieron las unidades, sino que continuaron hasta el destacamento ubicado en la rotonda de 32 y 120, con el propósito de evitar que, si se detienen, faciliten de ese modo eventuales asaltos a todo el pasaje.

Sea como sea, corresponde reiterar que la mayoría de las agresiones se produce en dos o tres puntos de la Autopista –básicamente en cercanías del peaje de Dock Sud y en la bajada de La Plata-, de modo que sería lógico suponer que las autoridades policiales no debieran enfrentar dificultades para identificar a los responsables. Sin embargo, desde hace muchos años, las acciones delictivas se reiteran sin solución de continuidad. Ocurrían cuando la autovía se encontraba bajo concesión privada y siguen ocurriendo ahora, bajo la administración estatal.

Corresponde, entonces, insistir en que -en cada una de las ocasiones en que se trató el tema en esta columna- se señaló que suficientes problemas deben enfrentar todos los habitantes para trabajar y educarse, como para que viajar hacia los lugares de trabajo y estudio o, inclusive, hacerlo con algún propósito de simple esparcimiento, se convierta en un desafío riesgoso, que ponga en peligro la vida o la integridad física de quienes cotidianamente transitan por la vía pública.

Consideraciones éstas que, naturalmente, se deben acentuar si tales insólitos y alevosos ataques ocurren en una autopista que se supone cerrada de punto a punto y que, por ello, debiera contar con mayores márgenes de seguridad

Lo cierto es que, pese a algunos anuncios sobre medidas preventivas que se pondrían en vigencia, los distintos tipos de controles empleados se han mostrado ineficaces para evitar episodios violentos que, tal como se dijo, en no pocas oportunidades dejaron el saldo de personas lesionadas. Ello resulta, como se ha dicho antes, poco menos que llamativo ya que, dadas las características de la Autopista y de su contorno, una mínima y persistente tarea de prevención y de inteligencia policial debería alcanzar para identificar prontamente y neutralizar el accionar de los agresores.

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