Con tanta agua, casi imposible

De nuevo la lluvia, y con ella la polémica. Sí, como en oportunidad de la fecha 7 en la que Boca-Racing debieron interrumpir el juego al término del primer tiempo, en la víspera el Monumental estuvo bajo la lupa.

Las consecuencias de una suspensión con el público en las tribunas jugaron por un lado, contra los peligros que representa una cancha anegada para la integridad física de los jugadores y para el nivel del juego.

Mauro Vigliano, el árbitro, recorrió el terreno en dos oportunidades debido a la gran cantidad de agua caída en el campo de juego durante toda la jornada dominical.

El referí pisó el césped del escenario riverplatense a las14:51, con dos horas y media de anticipación al inicio del partido, y confirmó su buen estado, aunque adelantó que una hora después realizaría una segunda revisión.

“La cancha está un poco pesada pero está bien”, aseguró un empleado de River que acompañó al árbitro en la inspección.

De todos modos, en los pasillos internos del estadio Monumental circuló una versión extraoficial que dio cuenta de la intención de la dirigencia del club de Nuñez de suspender el juego cuanto antes para evitar el riesgo de hacerlo irremediablemente más tarde con el estadio repleto.

En definitiva, se jugó el River-Boca correspondiente a la 10a. fecha del campeonato de Primera y más allá de las buenas intenciones que pusieron los equipos, lejos estuvo el juego de ser el que se esperaba en la previa.

Los jugadores se debieron adaptar a las condiciones del campo, donde tuvieron que eludir rivales y también evitar charcos, en un clásico desnaturalizado que volvió a poner en punta el tema de cuándo y por qué se debe suspender un partido oficial.

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