Creciente interés de los jóvenes por el aprendizaje de oficios

La reciente entrega de diplomas a los 240 nuevos egresados de la Escuela de Oficios de la Universidad Nacional de La Plata, en lo que resultó ser la tercera camada de graduados –con 60 recibidos en 2011 y 150 en 2013, en números que vienen evidenciando el creciente interés que existe en ese programa- convalida también el acierto que significó la apertura de este espacio educativo que apunta a la capacitación y mejor inserción laboral de jóvenes y también de adultos mayores, que buscan sentirse aptos para la vida social.

Como se sabe, la mencionada escuela, que depende de la Universidad Nacional de La Plata, funciona en el marco de un programa de cooperación para la inserción laboral, con la participación de la Fundación Florencio Pérez -que financia la propuesta- y la Federación de Instituciones Culturales y Deportivas, en un trabajo conjunto en el que intervinieron la subsecretaría de Educación bonaerense y la propia Universidad.

Tal como se informó en este diario, los 240 alumnos recibieron sus certificados luego de concluir los cursos de auxiliar gasista y plomería, electricista instalador, montador y auxiliar, cocinero para comedor escolar, reparador de PC (nivel 1,2 y 3), herrador de caballos, mecánica automotor, serigrafía y repostería artesanal.

Cabe recordar que estadísticas recientes determinaron que casi un 20 por ciento de los adolescentes abandonan sus estudios y, entre quienes no lo hacen, más de la mitad muestra un conjunto de conocimientos y destrezas que no supera los niveles mínimos requeridos para desempeñarse hoy en el mercado laboral.

La falta de calificación, la declinación de la educación técnica a raíz de la gran migración que se produjo en la década del ‘90 hacia la educación convencional, despojándose a la primera de infraestructura y personal necesario para formar a los jóvenes en los distintos oficios, devaluándose la excelencia del título de técnico y la creciente necesidad de mayor capacitación que se advierte en esta época son factores que conspiraron para explicar el panorama actual.

En este contexto, correspondería señalar que estadísticas recientes determinaron que casi un 20 por ciento de los adolescentes abandonan sus estudios y, entre quienes no lo hacen, más de la mitad muestra un conjunto de conocimientos y destrezas que no supera los niveles mínimos requeridos para desempeñarse hoy en el mercado laboral.

En lo concerniente al tema de la inscripción en la Universidad correspondería consignar que, por encima de las, desde luego, más que respetables preferencias personales, se debería trabajar para equilibrar la matrícula educativa de acuerdo con las necesidades estratégicas del país, alentándose el desarrollo de carreras y programas mejor relacionadas con las posibilidades que ofrece el mundo laboral.

El problema, sin embargo, atañe a todo el sistema educativo. En este sentido, el rol cumplido en décadas pasadas –inclusive, desde fines del siglo XIX- por las siempre añoradas escuelas de artes y oficios resultó trascendente. No sólo no debiera subestimarse la importancia que tiene la formación de jóvenes en rubros que -como los de cocina, peluquería, carpintería, albañilería, mecánica , plomería y electricidad, entre otros- pueden garantizarles excelentes salidas laborales, sino que debería verse en ella una política social y educativa de primerísimo nivel.

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