Sufrieron agresiones el 60% de los profesionales

Es el dato que manejan entidades médicas de la Región Las razones de un fenómeno que crece

Pasaron en poco tiempo de ser hechos excepcionales a convertirse en un fenómeno frecuente: las agresiones a los médicos preocupan a cada vez más a las entidades que los nuclean, donde estiman que seis de cada 10 profesionales sufrieron algún tipo de agresión mientras trabajaban, tanto en el ámbito público como en el privado.

La mayor parte de esas agresiones se registran en guardias y ambulancias e involucran a familiares de los atendidos, pero el estallido de violencia puede aparecer en cualquier servicio y los médicos lo saben: por caso, un relevamiento nacional realizado en 2012 por Unicef y la Sociedad Argentina de Pediatría indicó que el 47% de los 15.461 pediatras consultado se sentía inseguro en su lugar de trabajo.

Para muchos se trata de un problema social que excede el ámbito de la Medicina: la violencia y los estallidos de ira están a la orden del día de la mano del crecimiento de la intolerancia y el individualismo en una sociedad centrada en el consumo y con escasa tolerancia a la frustración.

Pero en el ámbito médico, la violencia, aún latente, se transforma en un factor más de estrés que deteriora las condiciones de trabajo de los profesionales.

Algunos de esos profesionales destacan que antes del estallido de violencia, hay otras formas de maltrato que los médicos deben padecer, como el cuestionamiento sistemático y sin argumentos de las decisiones médicas, la no aceptación del criterio del profesional o la exigencia de respuestas médicas disparatadas.

Para muchos profesionales, el mayor acceso de los pacientes a Internet y la mayor circulación por varios medios de información médica, eleva las expectativas de los pacientes relacionadas con terapéuticas y con tecnologías.

Pero aunque la web y la información tienen su peso en el fenómeno, también aparecen otros componentes.

Entre ellos, la ruptura de códigos de convivencia y la pérdida de autoridad de referentes sociales que años atrás eran indiscutibles, como los propios médicos.

A estos factores se suman otros más concretos, como el peso de las drogas y el alcohol en la reacción desproporcionada de los pacientes que agreden a los profesionales.

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