Una reacción frente a la contundencia del paro

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Hace rato que el Gobierno venía elaborando un proyecto para combatir el trabajo en negro, que afecta nada menos que a un tercio de la fuerza laboral argentina. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, lo había deslizado hace 10 días en el Congreso, en una de sus largas exposiciones. Pero recién ayer la presidenta Cristina Kirchner lo oficializó como una iniciativa de su gestión.

El anuncio de la mandataria constituyó la primera reacción seria del Gobierno frente a la contundencia del paro general del último jueves, más allá de las chicanas que lanzó sobre las “motivaciones políticas” de la medida de fuerza. También expresó la voluntad de la Presidenta de retomar la iniciativa en un escenario que pasó a ser dominado por los gremios opositores.

De hecho, hasta los sindicatos enrolados en la CGT Balcarce -afín a la Casa Rosada- buscarán aprovechar el envión de la huelga para plantear a Gobierno una lista de demandas prácticamente idéntica a la que armaron Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Michelli: una suba del piso de Ganancias, la universalización de las asignaciones familiares y un aumento para los jubilados.

Claro que los dirigidos por el metalúrgico Antonio Caló son más proclives a las mesas de negociaciones que a los paros. Ayer mismo el sindicato de Empleados de Comercio -que lidera el histórico Armando Cavalieri- cerró un acuerdo salarial muy discutido con los empresarios, con más demora que lo previsto, pero en ningún momento llegó al punto de amenazar con una huelga.

En este contexto, el anuncio de la Presidenta busca también correr a los gremios -tanto oficialistas como opositores- de la discusión principal sobre los aumentos salariales y la inflación, para llevarlos a un terreno en el que se sienten más incómodos, porque la mayoría de ellos no tienen entre sus objetivos la lucha contra el trabajo en negro y se ocupan sólo del empleo registrado.

No obstante, la sola presentación del proyecto de ley implica un reconocimiento por parte del Gobierno: si bien en la última década se redujo el desempleo, el trabajo en negro sigue siendo una deuda del modelo kirchnerista. A su vez, la estrategia de apelar a la reducción de aportes patronales para fomentar el blanqueo de personal podría ser considerada como una política ortodoxa.

Tanto es así que el último antecedente al respecto data de 1994, cuando el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, la implementó sin mayor éxito. De todos modos, la Presidenta fue clara al nombrar a los destinatarios de su mensaje: “Espero que en esta tarea ayuden mucho los sindicatos”, dijo ante un auditorio en el que se vio a Hugo Yasky, titular de la CTA oficialista.

Otras extracciones gremiales, en tanto, se encuentran embarcadas en proyectos políticos de cara al recambio de 2015. Por caso, trascendió ayer que Moyano avaló la presencia del canillita Omar Plaini en la “mesa sindical Scioli presidente”, mientras que en el massismo se esfuerzan por despegarse del siempre polémico Barrionuevo y arman un acto al que no piensan invitarlo.

El encuentro tendrá lugar el 30 de abril, cuando se presente en sociedad el ala sindical del Frente Renovador, con Héctor Daer (Sanidad) y Alberto Roberti (Petroleros) como principales referentes en la porteña Federación de Box. Por lo pronto, el ruido político que provocan los gremios se escucha en todos los campamentos, tanto los levantados por el oficialismo como por la oposición.

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