Fuerte mensaje de monseñor Aguer en la misa por las víctimas

El arzobispo de La Plata pronunció una dura homilía con críticas al rol de los diferentes niveles del Estado en la inundación del 2 de abril de 2013 y abogó por que "el Señor libere a todos los platenses, en especial a las víctimas, del resentimiento que pueda anidarse en el corazón"

Foto: Mario Ruiz

Con reproches sobre el rol de los diferentes niveles del Estado antes, durante y después de la inundación del 2 de abril pasado, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, pronunció hoy en la Catedral una dura homilía en la misa celebrada para recordar a la víctimas de ese suceso.

El oficio religioso convocado por la curia local se inició a las 19:30, en un templo poblado por más de 700 fieles; minutos después, monseñor Aguer inició su alocución evocando “la calamidad” que un año atrás, a esa misma hora, comenzaba a manifestarse con toda su violencia sobre nuestra región.

Y advirtió que si bien existen “catástrofes naturales, como lo fue aquella lluvia descomunal”, el “arte de vivir en una ciudad” exige “la previsión de contingencias y la defensa ante eventuales daños”.

Además de mencionar el reciente cómputo judicial de 89 muertos, sin soslayar que “muchos sostienen que fueron más”, el Arzobispo dijo que es “indiscutible” que “en la conciencia de todos quedó firme la convicción de que el Estado no cumplió con sus deberes fundamentales; su impreparación y más aún, su ausencia, resultaron evidentes”.

El prelado subrayó que “en las horas y días que siguieron al diluvio fueron las instituciones de la sociedad civil y la espontánea solidaridad de los vecinos los que hicieron frente al drama”.

Tras destacar el papel de Cáritas y sus voluntarios en la coyuntura, aclaró que “los reclamos y protestas” de los platenses ante las falencias en la ayuda oficial “estuvieron plenamente justificados” y que “resultó penoso” que esas recriminaciones “fueran mal toleradas por las autoridades”.

También instó a evitar “la indiferencia y las manipulaciones políticas de cualquier signo”, considerando que “la sociedad platense es suficientemente ilustrada y noble como para eludir esas posturas excesivas”, y puso en relieve la justicia de “reclamar las obras necesarias” dado que “el crecimiento edilicio, movilizado ampliamente por el afán de dinero, no fue acompañado por los estudios y las obras preventivas que eran necesarias”.

Aguer rescató el valor de la unidad para “trabajar por el bien de la Ciudad y los nuevos barrios periféricos”, deponiendo “divisiones estériles, rivalidades y competiciones egoístas”.

En el plano espiritual, oró además por “todos los que han sufrido daños materiales y espirituales, para que en los posible recuperen lo perdido y el ánimo necesario para afrontar con fortaleza las dificultades de la vida”.

Para concluir, pidió que “el Señor libre a todos los platenses, en especial a las víctimas de la inundación, del resentimiento que pueda anidarse en el corazón”

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