Los “memes”, la nueva e ingeniosa forma de humor en las redes sociales

Si bien son una expresión que desde hace tiempo circulan por internet y abarcan desde el deporte hasta la política, alcanzaron su máxima popularidad durante este Mundial

Mascherano como el Che Guevara, San Martín o el mismísimo Cristo Redentor de Río de Janeiro. El Papa Francisco debajo del arco y “salvando” un gol contra la Argentina. Sabella bailando con Michael Jackson o noqueado por algún superhéroe. Luis Suárez con los colmillos chorreando sangre cual vampiro que acaba de atacar y Julio César, el arquero de Brasil, tapado por una catarata de goles apenas unos minutos después de que terminara el partido entre su selección y la de Alemania.

El Mundial que terminó y que ya empezamos a extrañar no sólo fue una fiesta de goles, jugadas y estadios repletos. Fue también un evento que popularizó como nunca una tendencia lúdica que cada día tiene más seguidores en el universo de la cultura digital: los “memes”, esa forma de hacer humor que antes era patrimonio exclusivo de diseñadores y que ahora, en tiempos de redes sociales, está al alcance de cualquiera que se siente frente a una computadora con un poco de inventiva e ingenio.

Hasta ahora eran invenciones anónimas que corrían con mayor velocidad en Facebook, pero durante la fiesta que se celebró en Brasil su difusión no reconoció límites entre las distintas redes sociales: circularon por Twitter, Pinterest y hasta WhatsApp.

En rigor, el término “meme” se usa para describir una idea, concepto o situación expresada en cualquier tipo de construcción multimedia y colectiva que se populariza a través de internet. Se pueden difundir a través de un hipervínculo, foros, imageboard, sitios web y cualquier otro difusor masivo como lo son actualmente las redes sociales. Para muchos se trata tan sólo de una foto intervenida. Para sus fans, en cambio, se trata de aplicar el ingenio en el momento exacto.

En general, los memes se hacen sobre imágenes conocidas y bien identificables, es decir, se agregan palabras o ilustraciones a una base ya existente y que parte siempre de la realidad. Por ejemplo, en el comienzo del Mundial hubo dos “memes” que tuvieron mucha repercusión y tenían como base el primer partido de la Copa del Mundo. Uno de ellos fue la imagen del japonés Yoichi Nishimura (quien arbitró Brasil-Croacia) con la camiseta del país local, dando a entender la ayuda extra que recibieron los dueños de casa. El otro, relacionado también con el primer partido, tuvo al brasileño Marcelo como un jugador croata, ya que el primer gol fue suyo y en contra.

Su nombre (ahora familiar pero hasta hace poco identificado por muchos apenas como un sobrenombre o apodo) tiene su origen en el concepto concebido por Richard Dawkins, zoólogo, científico y eminencia en la práctica del ateísmo. En su libro The Selfish Gene, de 1976, expone la hipótesis memética de la transmisión cultural. Básicamente, propone la existencia de dos “procesadores informativos” distintos en los seres humanos: uno actúa a partir del genoma gracias a la replicación de genes a través de las generaciones y otro actúa a nivel cerebral, replicando la información cultural del individuo, la cual es recibida por enseñanza, imitación o simple asimilación. En este caso, Dawkins nombra como meme a la unidad mínima de información que se puede transmitir. Esto quiere decir que los memes conforman la base mental de nuestra cultura, como los genes conforman la primera base de nuestra vida. O dicho más simple: los “memes” son la unidad mínima de información que se puede transmitir.

Explicación teórica al margen, está claro que la fuente de la que se nutre esta forma de hacer humor es, como casi siempre, el ingenio popular (ese que nunca descansa). El mismo ingenio que popularizó los “memes” durante este Mundial y, a la vez, multiplicó como panes y peces ideas ingeniosas alrededor de un mismo concepto. Lo que ocurrió con Javier Mascherano, emblema de la selección argentina, fue todo un ejemplo: “Batman tiene un pijama de Mascherano” , tuiteó alguien y enseguida vino la andanada de ocurrencias: “Mascherano va a negociar con los fondos buitre y trae vuelto” , u otra: “Cuando Jesús multiplicó los panes, Mascherano le dijo: ‘Dejá, flaco, traje facturas’” .

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