Grupos vecinales de la Región frente a la ola delictiva que los aflige

Se ha señalado ya en esta columna que no debe quedar en la ciudad barrio alguno, ya sea en el centro o en la periferia, cuyos vecinos no hayan realizado en los últimos meses asambleas destinadas a analizar el candente tema de la inseguridad que los agobia, en encuentros siempre concurridos en los que también participaron jefes policiales y funcionarios municipales convocados por los mismos pobladores.

También se ha dicho que de esas asambleas surgieron conclusiones dominantes y que, seguramente, la principal de ellas ha sido desde siempre la necesidad de que se intensifiquen los patrullajes policiales con la intervención de más móviles y se acentúe también la presencia de policías en cada uno de los barrios, de modo que los efectivos conozcan mejor las demandas y los movimientos de cada vecindario.

En ese contexto, ahora, se tomó conocimiento de la preocupación que embarga a vecinos de la plaza Yrigoyen de nuestra ciudad por la gran cantidad de robos, muchos de ellos a mano armada, que ocurren en esa zona. La situación ha llegado a tales extremos que, según anunciaron vecinos y comerciantes del lugar decidieron salir a cortar calles, si la situación del barrio no cambia.

Tal como se informó, los pobladores de ese sector buscaron intercambiar inquietudes con autoridades policiales, en busca de presentar sugerencias y obtener respuestas, aunque el encuentro no pudo concretarse ya que debe programarse con varios días de anticipación. Lo cierto es que detallaron que se están sucediendo robos a punta de pistola, con el agravante de otras modalidades violentas que generan una creciente preocupación.

No hay duda ya que las actitudes vecinales que se inspiran en la necesidad de aportar sugerencias y de recibir mayores seguridades por parte de la Policía, configuran un modo de actuar sumamente positivo. Desde luego que es importante que los efectivos conozcan mejor las demandas y los movimientos de cada vecindario. Al mismo tiempo resulta imprescindible que los vecinos no decidan tomar medidas de supuesta seguridad por cuenta propia, tal como ha ocurrido ya cuando en algunas oportunidades decidieron cortar calles con tambores metálicos o alambrarlas, creándose así situaciones inconvenientes, ilegales y muy riesgosas.

Lo que debe entenderse es que los reclamos vecinales, como los que presentan en forma constante, no resultan intempestivos y son, además, la expresión de un reclamo y un malestar muy extendidos en toda nuestra región. No en vano numerosos grupos vecinales se vienen moviendo espontáneamente ante la ola delictiva que los agobia.

Como se ha dicho, constantemente se observa, además, una fuerte participación en reuniones barriales convocadas por esta problemática. Tal como aquí se afirma siempre, no existen soluciones mágicas para un problema que sin dudas tiene una enorme complejidad. Como también se ha enfatizado aquí, no es sólo un problema exclusivo de la Policía, sino de todos los poderes públicos y también del conjunto de la sociedad. Es de esperar que así sea comprendido y que, en esos márgenes, puedan encontrarse soluciones al grave problema que atraviesan en estos momentos los vecinos de plaza Yrigoyen.

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