Encapuchados entraron a su casa y le robaron de todo a una docente de City Bell

Las ataron y les robaron todo lo que tenían. Hasta un coche, que después apareció incendiado. Fue en 473, 28 y 29

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MÓNICA SCHNEIDER QUEDÓ MUY ASUSTADA TRAS EL ASALTO Y DIJO QUE LOS LADRONES “NOS ARRUINARON”

De un minuto a otro, una maestra, su hija y su nieta pasaron de dormir tranquilas en su casa de City Bell a estar amenazadas por dos ladrones con la cara tapada. El robo les infundió un miedo tal que hasta les impidió ir a hacer la denuncia para no dejar solo el domicilio: “no sabemos qué hacer, también nos da terror estar acá”, aseguró la docente.

Los delincuentes rompieron una ventana lateral de la vivienda de 473 (Cantilo) entre 28 y 29.

Por el estruendo Mónica Schneider (54) se despertó de golpe. Eran poco más de las 2. La docente ni siquiera alcanzó a levantarse cuando tuvo delante a uno de los ladrones, que le tapó la boca y le ordenó quedarse callada.

A su lado estaba su nieta de siete años, durmiendo en la misma cama de dos plazas. En un minuto también se les sumó la mamá de la nena, de 28 años, que llegó conducida hasta allí por el segundo asaltante, siempre bajo amenazas.

A las tres las ataron con cables que habían llevado con ese objetivo. Enseguida empezaron a pedirles plata, a pesar de que les decían que allí no había nada. Y decían la verdad: los delincuentes sólo encontraron 100 pesos y un único billete de 100 dólares.

“Los compré por las dudas, en la época en que se podía conseguir en los bancos”, señaló Schneider, para graficar que se trataba de una operación tan ínfima como lejana en el tiempo.

Durante media hora los delincuentes arrasaron con todos los objetos de valor que se encontraron.

Varios celulares, documentos, un plasma y una computadora de escritorio fueron parte del botín.

Además se llevaron tres netbooks entregadas por el Gobierno. Una era de la maestra y dos de sus alumnos: “Las traje a mi casa para que no se las robaran en las escuelas”, se lamentó Mónica.

Schneider, contó, dicta clases en establecimientos de Gorina y de Abasto. Es decir, que su auto era una herramienta de trabajo fundamental. Pero hasta eso le quitaron los ladrones, que cargaron lo robado en su Renault Clio y huyeron.

El auto apareció incendiado en 472 y 137.

“Se supone que es una modalidad que usan para no dejar rastros”, sostuvo la docente. Con un poco más de calma después de una madrugada para el olvido, su nieta dibujó el desenlace del robo con el lenguaje inocente de la niñez.

Enojadas porque hasta ayer a la tarde ningún perito había ido a inspeccionar la casa o el vehículo incendiado, las dos madres seguían confundidas, nerviosas e indecisas respecto de cómo retomar su rutina.

“Nos arruinaron. Vivimos en casa humilde, sin ningún lujo. Nos destruyeron la vida”, soltó Mónica.

Sin dudas, el temor más grande de las tres víctimas reaparece cada vez que se acuerdan de la frase que dispararon los ladrones un segundo antes de irse: “La próxima venimos y las matamos”.


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