La economía de cada día complicada por el vuelto chico
Edición Impresa | 25 de Agosto de 2014 | 00:00
“Por favor, pague con cambio”. Siempre presente en kioscos, almacenes y centros de pago rápido, el letrero expresa un amable pedido que por estos días, en la Ciudad, ya adquirió tono de ruego. La escasez de monedas y billetes de baja denominación pone los pelos de punta a los pequeños comerciantes y obliga a recurrir a diferentes estrategias para que las transacciones más sencillas no se empantanen en demoras, redondeos y discusiones.
Paradójicamente, a medida que pierden poder adquisitivo por los embates de la inflación, los papeles de dos, cinco y diez pesos, en ese orden, son cada vez más buscados por los comerciantes para tener una jornada sin sobresaltos. Es que los cajeros automáticos no entregan cambio chico, y el porcentaje de compras que se pagan con billetes de $100 crece a paso abrumador.
“Creo que de cada diez clientes, la mitad al menos saca ‘un cien’ para pagar. Y tal como están las cosas, nos quedan pocas opciones” sintetiza Dante Giménez, encargado de un maxi kiosco ubicado a metros de plaza Rocha: “ir al banco todos los días para que te den lo que puedan -o quieran-; esperar que el comprador acepte un chicle o un caramelo, o tener la suerte de que algún chico rompa el chanchito y nos traiga el contenido para cambiarlo por billetes. Es lo máximo que podemos hacer”.
“Buscar cambio en el banco no termina rindiendo, en general, porque te dan poco y perdés bastante tiempo” apunta Romina Bermond, desde un kiosco-almacén de la zona de 4 y 45 : “lo que más falta son billetes de dos pesos y monedas, pero en ese caso suelen venir estudiantes que viven en pensiones de esta zona con bolsas que van juntando y nos ‘salvan’; de todos modos hay que administrarlas bien”.
EL ESQUIVO “CAMBIO DE CIEN”
En mayo pasado, cuando el Concejo Deliberante aprobó un aumento en las tarifas que cobran a sus pasajeros, los taxistas respiraron aliviados. No sólo se incrementaron sus ingresos, sino que, con el paso de la ficha de 80 centavos a un peso, dejaron virtuamente de manejar monedas de baja denominación.
A pesar de todo, advierten que la falta de metálico los sigue complicando. “Uno suponía que con la SUBE, el cambio que se usaban para el colectivo se iba a volcar para otros lados, pero parece que no” señala Rubén Sosa: “un viaje promedio cuesta veinticinco o treinta pesos, y el ochenta por ciento te paga con cien; te van dejando sin cambio rápidamente”.
El profesional del volante agrega que “como andamos en la calle, por ahí le pedimos una gauchada a algún kiosquero amigo, pero suelen estar en la misma que nosotros. En la parada hay veces que le tenés que dejar el viaje a un compañero, poreste tema”.
Los conflictos por la falta de metálico y billetes de baja denominación se replica en las estaciones de carga de gas natural comprimido, donde el llenado de los tanques -hoy más habitual que en las expendedoras de naftas- deriva casi inevitablemente en precios con decimales. Y también se sienten en los cada vez más demandados centros de pago rápido.
De acuerdo con el Banco Central (BCRA), son los billetes que circulan en la economía argentina; más de la mitad corresponde a papeles de $100. En los últimos doce meses, predominó la impresión de los de $20, seguidos por los de $100, $5 y $2. Y se redujo el volumen de de los de $50 y $10.
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