Sus mujeres

Ricardo Barreda era habitué del bar Costa Azul, en la calle 48, donde solían recordarlo como un “don Juan”. Después de masacrar a tiros a su mujer, sus dos hijas y su suegra, el odontólogo fue a un hotel alojamiento y a comer pizza con quien entonces era su amante, Hilda Bono. En simultáneo tenía una rara relación con la vidente Pirucha Guastavino.

En el año 2000 la docente Berta “Pochi” André conoció a Barreda porque el hijo de una amiga estaba preso en la Unidad 9. En 2004 comenzaron las visitas higiénicas. Y en 2008 ofreció su departamento de Belgrano para alojarlo. Todo terminó en diciembre pasado. Pero ahora apareció Sonia García, que se declaró “amiga” de Ricardo, para rescatarlo de la cárcel. Esta vez no salió bien.

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