Adiós al hombre que marcó una “revolución” para las mujeres

Su invención de la píldora anticonceptiva contribuyó a un cambio radical en la vida de muchísimas mujeres

CARL DJERASSI, EL PADRE DE “LA PÍLDORA”, UNO DE LOS PILARES SOBRE LA QUE SE CONSRUYÓ LA LIBERTAD SEXUAL

Corría la década de 1950 cuando Carl Djerassi, un polifacético científico y literato, comenzó a desarrollar un invento que, al facilitar el sexo sin procreación, impactaría en el mundo al contribuir a un cambio radical en la vida de muchísimas mujeres. Su creación anticonceptiva empezó a venderse en Estados Unidos en el año 1957 -y de ahí en todo el mundo- y desde entonces sería recordado para siempre como “el padre de la píldora”. El sábado, Djerassi falleció a los 91 años de edad en San Francisco, Estados Unidos.

A los 21 años, Djerassi se licenció en química orgánica y en 1951, con 28 años, logró la síntesis de la progesterona, la hormona que regula el ciclo menstrual. Esa fue la base de su creación de la píldora anticonceptiva.

“LA LIBERTAD DESCONOCIDA”

Claro que su invento comenzó también a recibir muchas críticas, y frente a ellas toda su vida defendió la creciente libertad que buscan los seres humanos para separar el sexo de la reproducción, y en este contexto también la procreación “in vitro” que vaticinó será el futuro del mundo desarrollado.

Esa defensa fue también compartida por muchas organizaciones feministas, que en reiteradas oportunidades lo reconocieron “por haber inventado uno de los pilares sobre el que se construyó la libertad sexual”.

Y es que el fármaco regaló a las mujeres una libertad desconocida hasta entonces: la de decidir el momento en que quieren quedar embarazadas.

Con la posibilidad de esa planificación, las mujeres tuvieron a partir de “la píldora”, un mayor acceso a la educación y al mercado laboral, lo que facilitó su emancipación.

Djerassi subrayó siempre esa función de la píldora, así como la de prevenir muchos abortos.

Tras su gran descubrimiento, Djerassi comenzó como docente a dar clases en la Wayne State University en Detroit (EEUU) y a partir de 1959 fue catedrático en la prestigiosa universidad de Stanford, en California.

Durante su carrera profesional publicó más de mil trabajos científicos, obtuvo numerosos premios y más de una treintena de “doctorados honoríficos”.

Con los años, en Stanford, fue desviando su interés de las investigaciones meramente científicas a las cuestiones relacionadas con los efectos sociales de la biomedicina, y en especial de los avances tecnológicos para separar la reproducción del sexo.

De doble nacionalidad, austríaca y estadounidense, el profesor universitario, además de escribir numerosas obras científicas, logró hacerse conocer como autor de novelas y obras de teatro, en las que se mantuvo fiel a sus grandes temas: la ciencia, el sexo y la reproducción.

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