Después del trasplante: la pelea por la calidad de vida

Hernán Sachero tiene 36 años y una vida nueva. El antes y el después lo marcó el trasplante de riñón que recibió el 25 de abril de 2011. Hernán tenía 30 años cuando la insuficiencia renal crónica que padecía lo puso en una situación crítica. “La primera sensación que tuve fue que me iba a morir”, dice ahora. Después pasó un tiempo en diálisis hasta que su hermana le donó uno de sus riñones para trasplante. Amante del deporte, después de la operación Hernán se conectó con deportistas trasplantados que hicieron por él lo mejor en ese momento: “me hicieron sentir que no estaba solo, que había otros que estaban pasando por lo mismo que yo”, dice ahora. Y después pasa a enumerar sus logros deportivos: siete medallas ganadas en los Juegos Latinoamericanos para Deportistas Trasplantados, otras cuatro en el mundial de Deportistas Trasplantados de Sudáfrica en el 2013 y toda la expectativa puesta en el próximo mundial que se va a llevar a cabo en nuestro país en agosto de este año.

Para Hernán, que trabaja difundiendo la importancia de la donación de órganos, con el trasplante recuperó una vida normal. Lo que cree que hay que mejorar, son las posibilidades de inserción laboral de los trasplantados.

Marcelino Medina es otro agradecido. Dice que en junio se cumplen 21 años del trasplante de riñón que recibió y que le permitió recuperar una vida normal.

Para Marcelino, que nació en Corrientes pero desde muy chico vive en Ensenada, las complicaciones empezaron cuando, a los 18 años se mareó durante un partido de fútbol y perdió el conocimiento. A partir de ahí debió enfrentar durante tres días de la semana cuatro horas de diálisis hasta que se pudo concretar el trasplante.

Ahora Marcelino lleva una vida normal: “eso sí, tenés que cuidarte mucho. Nada de alcohol, comer con moderación. Igual, uno va conociendo su cuerpo y adaptándose. Para mi, lo más importante es que puedo salir a bailar”, dice.