Padres indignados por estado "deplorable" de una escuela especial

Se trata de la 517, ubicada en 45 entre 10 y 11


Cuando Myriam Pesce comienza a describir las condiciones edilicias de la escuela 517 ubicada en pleno centro platense -45, 10 y 11- resulta difícil creer que esté hablando de un centro educativo para niños y jóvenes discapacitados. Pero su relato no se detiene, porque recorre todos los rincones del inmueble. Es que la mujer de Olmos lleva allí a su hijo de 12 años desde que tenía 3. Formó parte de la Cooperadora. Y conoce la institución como a la palma de su mano.

“Siempre tuvo problemas, y como nunca se hizo nada, ahora se encuentra en un estado deplorable”, afirma, y Elsa Tetamanti, actual titular de la Cooperadora, resume: “La situación es muy crítica, y como las mamás ya no sabemos a qué instancia recurrir, vamos a presentar una nota ante la Defensoría del Pueblo”. Elsa tiene un hijo de 15 años en la escuela. 

¿Qué es lo que ocurre? La lista es larga. Cuando llueve “mucho se suspenden las clases porque se inunda casi todo”; cuando llueve (poco o mucho) hay padres que no mandan a los chicos porque “algunas paredes se electrizan”; existen conexiones eléctricas expuestas: en el salón donde hacen gimnasia, los actos escolares y dan música “el techo está lleno de cables sueltos”; las paredes están casi todas descascaradas; en varias zonas, como la cocina, caen pedacitos de revoque “dos por tres”; los muebles y utensilios de la cocina son viejísimos y se prestan a que “aniden cucarachas y otros bichos”.

“Aunque parezca increíble, cuando pusieron la rampa se hundió porque la hicieron con una madera endeble, y recién la semana pasada la hicieron de material; todavía se está secando el cemento”, señaló Adriana, mamá de Nazareno, de 12 años.

Los baños “son un desastre, no alcanzan para más de 150 chicos (unos 40 por turno) y tienen canillas que no funcionan”, comentan las mamás, quienes pasan a describir las aulas, allí donde trabajan las maestras a las que le dedican un apartado. “El trabajo que realizan es impresionante, admirable por hacerlo en estas condiciones”, subrayan.

En las “tristes” aulas que “jamás estuvieron pintadas con colores vivos que estimulen a los chicos”, señala Myriam, el espacio “es reducido, incómodo, hay poca luz, el mobiliario está viejo y roto, a veces se enganchan la ropa”, enumera Elsa, para indicar que en los talleres, como el de carpintería, el panorama es “desastroso”.

También aseveran que en las aulas “pasan mucho frío en invierno y en verano muchísimo calor”. 

En el patio no hay juegos, dicen las madres, quienes miran hacia arriba y apuntan que “los tanques no se desinfectan con la periodicidad que se debiera, por lo que la mayoría enviamos el agua o gaseosa”. 

Elsa, por último, indica que “hace tiempo sacaron el transporte y muchos chicos de la periferia tuvieron que dejar de venir”.

La inspectora jefe regional, Maite Coradazzi, señaló que “el problema central son las filtraciones, y mañana (por hoy) habrá gente trabajando. Yo les pedí que arreglen todo el techo para evitar más problemas”, confió.

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