La familia del joven asesinado en City Bell descartó el móvil del robo

La víctima se llamaba Javier Maseroni y tenía 27 años. Cayó muerta anteanoche de tres disparos. No hay detenidos

Los miles de personas que cada día transitan por el camino Centenario desconocían que a 30 metros de donde estaban circulando, a la altura del barrio Los Tilos de City Bell, yacía muerto un joven de 27 años. Mucho menos sabían de los motivos que, según las primeras averiguaciones policiales, llevaron a los agresores a asesinarlo.

Fueron tres disparos de calibre chico los que le atravesaron el cuerpo por el costado derecho y resultaron fulminantes. Una serie de señales en clave de amenaza es la pista a la que se aferran los investigadores para suponer que este asesinato se trató de una venganza con tintes de locura pasional.

A las 22.30 del domingo ingresó un llamado al 911: “Hay un masculino herido de arma de fuego sobre el asfalto, en 461b y 13c”, avisó por el handy el oficial que alerta a sus colegas sobre las emergencias a cubrir.

Todo lo rápido que pudieron los policías de City Bell corrieron a auxiliarlo. “Por lo que se veía a simple vista, el chico ya no tenía signos vitales”, aseguró una fuente oficial.

Por eso el operativo continuó con la constatación médica del fallecimiento, el trabajo pericial y la autopsia en el cuerpo de quien durante el procedimiento fue identificado como Javier Ezequiel Maseroni (27).

Durante las revisaciones se pudo establecer que los tres tiros que le acertaron al joven “fueron efectuados sobre su costado derecho y con un calibre chico, aunque no se encontraron los casquillos”, confió un investigador. A su lado había quedado tirada su moto Fan 125.

"AMENAZA DE UNA EX" 

Sin querer reconocerlo abiertamente, los oficiales tomaron al intento de robo como la principal hipótesis posible ni bien empezaron a trabajar en el tema.

Pero esa vía de investigación se desmoronó rápido: “El joven tenía plata y los documentos en los bolsillos”, argumentó una fuente.

EL DIA fue al barrio a ahondar en esta cuestión y una cuñada de la víctima sostuvo: “No le robaron. De por qué lo mataron no sé nada, yo no me metía en su vida privada”.

El rompecabezas se armó de a poco para los detectives. “Al hablar con su familia, las principales sospechas recayeron sobre una ex relación del muchacho y que no habría finalizado en buenos términos”.

Es en este marco que la Policía trata de determinar qué vinculación tuvo con el crimen el hecho de que “hace un tiempo le habían incendiado un auto”.

Todavía sumergida en el dolor, la novia del joven asesinado prefirió no declarar nada ante la consulta de este medio en la puerta de donde el chico estaba viviendo, a unas 10 cuadras y también en el barrio Los Tilos.

Yendo aún más a fondo, otra fuente de la pesquisa se animó a comentar que “recibió varias llamadas en las que siempre le decían que iban a matarlo a él y a todo su círculo íntimo”.

Así es que la investigación ya se orientó en realizar peritajes al celular de la víctima con el objetivo de “rastrear los números desde donde lo increpaban y poder identificar a los sospechosos”, indicaron por último.

Claro que hasta que haya novedades al respecto, el dolor de su familia es la cortina permanente de una causa que, al menos por ahora, circula por el terreno brumoso de las dudas.

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