Una es fóbica y otra es inmortal, pero el amor al final las cambiará

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

SIN HIJOS, de Ariel Winograd.- Agradable comedia romántica. Gabriel (Peretti) viene a pérdida pura: su mujer lo dejó, con el padre no se habla y le ha bajado la cortina a todo plan amoroso. No es amargo, pero anda solo y sin ganas. El único vínculo cercano es con su hija. Vive para la nena. Pero bueno, siempre aparece alguien que le hace desandar el camino. Ella es Vicky (Maribel Verdú), una española luminosa y vital. Se conocieron en la adolescencia y 25 años después se reencuentran. Flechazo y a otra cosa. Todo marcha bien, peor Vicky tiene una fobia: odia los chicos. Y Gabriel, con tal de no perderla, le dice que él es un separado sin hijos. A partir de allí se despliegan los enredos que son parte de las buenas comedias románticas. ¿Qué hacemos con esa hija? La tarea no es fácil, entre otras cosas porque la nena de 9 años -una agrandadita piola, típica hija cómplice de cine- jugará su parte. Lo mejor de este trabajo del interesante Winograd (“Cara de queso”, “Mi primera boda”, “Vino para robar”) es que tiene buen gusto, timing y no ridiculiza a sus personajes. L a historia avanza sin grandes hallazgos pero sin tropiezos y es un producto bien terminado que no es meloso ni forzado, que respeta a rajatablas las leyes del género y que muestra que en el terreno de la comedia romántica, simpática y tierna, el cine nacional viene obteniendo más de un logro. Los actores siempre ayudan: Peretti cada vez se afirma más en ese rol de antihéroe algo confundido y melancólico. Y la Verdú está espléndida. El final es otra apuesta a favor del amor: él recupera ilusiones y ella perderá sus fobias. No es poco. (*** BUENA).

MORIR POR AMOR

ELSECRETO DE ADALINE, de Lee Toland Krieger.- Otra comedia romántica. Esta vez el enredo es más complejo: Adaline se ha vuelo inmortal. Adquirió esa condición por culpa de un choque. Y no envejecerá más. No es mala idea, sobre todo porque queda eternamente detenida en los 25 años, que siempre es una buena edad para estacionarse. Pero ser inmortal no es gratis. Tiene que huir de un lado a otro. Conoce gente, se enamora, pero tiene que huir si quiere guardar su secreto. Pero un día aparece el hombre. Le rehuye, pero al final cede. ¿Qué hacer? ¿Huir o contarle? Y allí empieza la otra parte de esta historia, de buen planteo, que podía haber aprovechado mejor el tema del paso del tiempo en el amor. El filme en cambio se conforma con un par de enredos extras. Al final el amor triunfa, incluso sobre la muerte. Porque Adaline un día se alegrará al saber que ella es mortal, que no necesita seguir huyendo y que podrá envejecer junto al hombre de sus sueños. El amor y el ser humano –nos dice- no son inmortales. Por eso hay que vivir intensamente, porque nadie sabe cuándo se acaba el juego. (** ½)

ALEJANDRO CASTAÑEDA
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