Mató a su ex mujer a puñaladas en una confitería de Caballito

Una mujer fue asesinada a cuchilladas por su ex pareja cuando estaban charlando en una confitería del barrio porteño de Caballito y el agresor luego intentó suicidarse en la calle, informaron fuentes policiales.

El hecho ocurrió alrededor de las 18 en el local de “Plaza del Carmen”, en Rivadavia y La Plata, donde gran cantidad de personas comían o tomaban algo. La pareja aparentemente se había distanciado hace un tiempo y por motivos que se investigan había acordado encontrarse en el local, que funciona como restaurante y café.

La mujer incluso le había dicho a un amigo que la esperara cerca de allí por temor a que le ocurriera algo, pero éste no pudo impedir el ataque.

Según relataron testigos a la Policía, ambos estaban sentados en una mesa hablando y de repente el hombre, de 58 años, sacó un cuchillo de gran tamaño que tenía escondido y empezó a atacar a la mujer.

Un cliente salió en defensa de la víctima y empezó a golpear al agresor con una silla, mientras otros comensales, entre ellos muchos niños, corrían para ponerse a resguardo. En medio de la pelea con el cliente, el hombre golpeó contra una de las vidrieras del local, la rompió y aprovechó para escapar hacia la vereda.

Una vez afuera, seguía fuera de sí y empezó a clavarse el cuchillo y a golpearse contra un auto que estaba estacionado.

“Fue una conmoción bastante importante porque estaba todo tranquilo. Pudimos socorrer a la señora pero ya le había dado dos o tres puñaladas, no pudimos hacer nada más que correrlo”, contó el encargado del local, Walter. El joven dijo que incluso un cliente intentó revivir a la mujer y le practicó los primeros auxilios. Sin embargo, ingresó muerta al hospital Durand.

Respecto del agresor, Crescenti informó que “se autoinflige una herida a nivel de tórax que compromete pericardio. Está en terapia intensiva, con asistencia respiratoria mecánica” en el mismo hospital.

Un vecino que presenció la salida del hombre de la confitería relató que “tenía la cara toda ensangrentada y se hacía el hara kiri como un japonés en medio de la calle”.

Señaló que cinco mozos de la confitería y vendedores ambulantes que estaban en la vereda corrieron atrás de él para frenarlo, “pero nadie se animaba a tocarlo porque con el cuchillo amenazaba con matar a los demás o matarse él y se seguía apuñalando”. El encargado, que también corrió al atacante, sostuvo que “no podía clavarse el cuchillo y hacía fuerza contra un auto blanco que había ahí, siguió caminando y se cortó los brazos”.