Renovarse es vivir
| 28 de Agosto de 2015 | 02:22

Fieles a su sana costumbre de no descansar en ninguno de los laureles sonoros que han sabido cosechar a lo largo de dos décadas, los Catupecu Machu se vuelven a desmarcar con una nueva propuesta.
La banda de Fernando Ruiz Díaz presenta “Madera microchip”, un espectáculo que propone un recorrido por toda su discografía fusionando “lo clásico con la vanguardia”.
En sintonía con esa idea, se explicó “la energía y el pulso bailable se fusionan con las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología; se mezclan las máquinas con los instrumentos acústicos, y eso da como resultado una particular fusión de madera -las guitarras españolas, el cajón peruano- y microchips -en forma de aplicaciones-”.
“Hay una propuesta conectada con el sonido -y la programación-, que remite a las raíces del flamenco, lo folklórico y el olor a madera” precisan en la banda: “y aparecen también temas nuevos, algunos incluso sin editar”.
Madera Microchip -que mañana llegará a la Ciudad- es una suerte de continuación de los festejos que los Catupecu iniciaron el año pasado por sus veinte años de carrera, con la edición de “El grito después”.
Ese obra incluye un libro con fotos inéditas, sumado a un CD que compila los clásicos de la banda, otro que incluye “lados B”, canciones que nunca vieron la luz, tomas descartadas y versiones raras.
Uno de los DVD, de hecho contiene filmaciones inéditas de los inicios del grupo cuando lo integraban los hermanos Gabriel y Fernando Ruiz Díaz y los hermanos Mariana y Marcelo Baraj.
Ensayos, conciertos en fiestas, donde comienzan a aparecer músicos que luego se sumaron a Catupecu como Javier Herrlein, Abril Sosa y el actual baterista Agustín Rocino.
“Es un recorrido de lo que hicimos, no sé si definirlo como una larga carrera, porque me parece que ayer empezamos y a la vez creo que hace mil años, son muchas vidas. Pero lo importante es que tenemos mucho presente y mucho futuro” resume Fernando Ruiz Díaz, que se halla actualmente componiendo y preparando material para un disco nuevo.
“Cuando empezamos a ordenar el material fue la primera vez que me enfrenté a esas cosas” revela el cantante: “lo más fuerte fue que sentía que el destino nos había devuelto a Gaby por un rato, fue muy loco y fuerte, llegar a la parte del accidente. Fue muy loco ver que habíamos hecho todo esto, cosas que ni nos acordábamos”.
“Nosotros filmábamos porque yo tenía dos cámaras Super VHS, ya que filmaba fiestas y casamientos, además no era costumbre filmar en ese entonces” dice Fernando: “filmábamos de todo, eventos, muchas cosas y con eso iba grabando”.
“Siempre fuimos una familia, cada integrante que se fue sigue vinculado afectivamente a nosotros y los que fueron llegando, ya daban vueltas alrededor de la banda. Eran amigos. Siento profundo cariño por todos los que formaron esto, Borges dijo algo que me mató por más que no haya leído porque no leo para que no me influya. Pero decía que tenía amigos y no necesitaba verlos todo el tiempo o algo así” concluye el artista.
Para el hiperactivo frontman, el proceso de composición aporta algunos remansos. “Una cuestión que tiene que ver con la música y que me ha dado mucho espacio para la calma, es cuando tengo que escribir, cuentos, letras de canciones, poemas” admite: “me pasa en los viajes, me encierro y me pongo a escribir. Hay cosas que son canciones de una, canciones que hago derecho, momentos en que me voy al muelle de Pescadores o el Paseo de la memoria, cerca de Ciudad Universitaria y me pongo a escribir. Es mi manera de sentir que la sangre circula”.
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