Sin descollar, Tevez paseó su jerarquía por el Bosque

Carlitos demostró por qué es uno de los mejores jugadores del mundo. Fuente constante de peligro

Por NICOLAS NARDINI
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Un policía de servicio, sin sonrojarse, se lanzó a la aventura de pedirle una “selfie”. Decenas de hinchas triperos lo aplaudieron de pie, primero en la techada instantes antes del comienzo del partido y luego en la popular, cuando fue a lanzar un tiro de esquina. Esas inéditas reacciones provocó en la gente, entre tantas otras cosas, el paso de Carlos Tevez por nuestra ciudad. Es una estrella con un aura especial y en este fútbol donde se exacerba de manera constante el hostigamiento contra los rivales, no fueron pocos los que optaron por el camino del reconocimiento para una figura de escala planetaria.

Tevez no tuvo una tarea estratosférica. No asistió ni se anotó en la red. Pero logró, tal como solo los grandes (muy grandes) pueden hacerlo, que cada contacto suyo con el balón dejara un sello distintivo. Es una fuente inagotable de peligro para sus adversarios, cuando la pelota pasa por sus pies, es imposible que cualquier espectador permanezca indiferente.

El 10 boquense tuvo una gran movilidad. Apareció por el centro del ataque, supo volcarse por la derecha y también lo hizo por la izquierda. En el uno contra uno ganó siempre. Incluso salió airoso cuando lo doblaron en la marca con alguna ayuda defensiva.

Dos veces estuvo cerca, con disparon de media distancia, de vulnerar la meta de Nicolás Navarro. Las estadísticas son claras, la inmensa mayoría de las veces le dio un destino correcto a la pelota. Fue una usina de fútbol para el equipo de Arruabarrena. Y acaparó la atención de todo Gimnasia, al punto de descuidar a otros protagonistas, ante el lógico respeto que genera un futbolista capaz de sacar algo de la galera en el momento menos pensado.

No fue su noche más destacada. Pero con sus chispazos le alcanzó para brillar.

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