“¿Por qué tuvo que morir alguien más para que Haramboure fuera preso?”

Zulma Maldonado, la hermana del joven asesinado frente a Alcatraz, habla de un “sistema corrupto”

En la audiencia que selló la vuelta de Gastón Haramboure a la cárcel, el viernes pasado, hubo dos mujeres que no dejaron de mirarlo a los ojos: eran Sandra y Zulma Maldonado, hermanas de Andrés, aquel joven de 25 años que el 9 de agosto de 2009 murió de un disparo en el tórax mientras acompañaba a una amiga a una parada de micro situada en Montevideo, casi 6, en Berisso.

Andrés volvía del boliche Asia, pero fue la víctima fatal de una pelea que arrancó dentro de otro local, Alcatraz, y terminó en la puerta, a los tiros. En 2011 el Tribunal Oral en lo Criminal V de La Plata ventiló aquel crimen, condenando a 15 años de prisión al ex jefe de la barrabrava de Estudiantes Fabián Giannotta; a 10 años y 8 meses al relacionista público Gastón Haramboure (como partícipe necesario); y a 7 años de cárcel a Felipe Garaña Morales y Ariel Orlando Evrett, como coautores de “homicidio agravado por el uso de armas de fuego, en grado de tentativa”, en relación a los disparos que efectuaron ese día contra otras personas.

Sin embargo, Haramboure no pasó más que cuatro meses preso: “El 30 de diciembre de 2009 el juez (César) Melazo le dio arresto domiciliario por considerar que, por sus facciones, era ‘buena persona’”, comentó indignada Zulma Maldonado.

El RR.PP llegó a juicio en su casa y así continuó hasta el miércoles pasado, cuando el juez Fernando Mateos ordenó detenerlo a pedido del fiscal Garganta, pero por otra tragedia.

Ahora enfrenta cargos por “homicidio culposo y doble desobediencia”, en el marco de la causa que investiga la muerte de Yésica Emilia Uscamayta Curí (26) en una fiesta clandestina de fin de año, en una quinta de Melchor Romero.

“Ya veníamos denunciando que este tipo incumplía el arresto domiciliario, pero nos pedían que lo siguiéramos y le sacáramos fotos en una fiesta. ¿Por qué tuvo que morir otra persona para que Haramboure fuera preso?”, se preguntó Zulma.

Ante el Tribunal General de Feria, el condenado argumentó el viernes que “no había estado en la fiesta (de la tragedia), sino que era su hermano, y que si alguien lo vio a las 9 de la mañana de ese día (1 de enero) cerca de la quinta, fue porque la constructora para la que le dieron salidas laborales tiene como cliente a un súper chino de esa misma cuadra”, reprodujo Zulma en una charla con EL DIA.

“Me dio mucha bronca volver a verlo, porque es un perverso que sigue mezclado en el entramado de este sistema corrupto que conforman los empresarios de la noche y funcionarios coimeros”, describe Zulma, convencida de que esa alquimia fue la que mató a su hermano.

Que Haramboure esté preso “alivia un poco”, admite Maldonado, pero “desde que pasó lo de Juan yo no tengo paz y mi mamá vive de recuerdos. Si entrás a su casa, sólo hay fotos suyas. El era el menor de los nueve hermanos y nuestra familia es otra, no importa lo que pase, porque nos falta Juan”.

“Yo ya perdí”, cierra Zulma, antes de asumir que “me queda luchar o callarme la boca. Y quiero que se investigue el rol que tuvieron en el crimen de mi hermano el municipio (de Berisso) y la policía que nos reprimió cuando pedíamos justicia”.

Lo único que no perdió esta mujer es la memoria, aunque “no sé si eso es bueno”, reflexiona.

Hoy, Alcatraz está cerrado. Haramboure, en prisión. Y los tres sindicados co-organizadores de la fiesta de Romero -Carlos Bellone, Santiago Piedrabuena y Raúl García- con una orden de detención en suspenso. Yésica Uscamayta, muerta.

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