Hasta 1981, nunca habíamos estado tan cerca de la hazaña
| 28 de Noviembre de 2016 | 02:09

Para la edición de 1981, la Copa Davis sufrió una gran renovación. A la vieja modalidad de disputa, con zonas definidas geográficamente de antemano desde donde salían los cuatro semifinalistas, se la modificó por la creación del grupo mundial. Argentina contaba con dos top ten: el mejor jugador nacional de todos los tiempos, Guillermo Vilas, y un José Luis Clerc en un momento pletórico de su carrera, cuando llegó a ser número 4 del mundo.
Eso sí, el choque de egos terminó erosionando la convivencia y, por ende, el potencial del equipo que se terminó quedando a las puertas de la gloria. Dos argentinos en el máximo nivel mundial y con fuertes personalidades, era un cóctel explosivo. Todo lo bueno que significó aquel momento en el plano tenístico, se vio opacado por la pésima relación personal de ambos. Cuentan las crónicas de la época que Willy y Batata ni siquiera se hablaban dentro del rectángulo de juego. A tal punto que en el dobles que jugaron juntos contra Estados Unidos en la recordada final, recién se dirigieron la palabra a partir del segundo set. Aquel duelo de vanidades, quizás, fue uno de los pocos motivos por los que estos dos monstruos del deporte no pudieron darse el lujo de alzar la primera ensaladera para el país, nada más y nada menos que en Estados Unidos.
UN DUELO QUE PARALIZO AL PAIS
Argentina realizó una notable Copa Davis desde el comienzo en la edición de 1981. En los octavos de final, dejaron en el camino a Alemania en Buenos Aires, en cuartos a Rumania como visitante y en las semis aplastaron a Gran Bretaña por 5-0 en un colmado Lawn Tennis, pocos meses antes del conflicto bélico que se desatara por Malvinas.
Así, con un país entero palpitando el tenis como una nueva pasión nacional (la llama la había encendido Vilas en los `70 con su notable carrera que marcó un punto de inflexión en este deporte) llegó la gran final contra Estados Unidos.
La cita tuvo lugar en Cincinnati y el poderío del equipo encabezado por el enorme (y siempre polémico) John Mc Enroe sepultó las ilusiones albicelestes. El número 1 del mundo de aquel momento superó en sets corridos a Vilas, pero inmediatamente después Clerc empardó la serie al superar a Tanner.
Todo el peso de la serie quedó para la segunda jornada. Allí, Argentina luchó a brazo partido en el dobles y, tras estar cerca de la hazaña, cayó por 6-3,4-6,6-4,4-6 y 11-9. Pese a llevarse pésimo, Willy y Batata dieron todo en el dobles y quedaron a un paso de lo máximo.
Mc Enroe le ganó a Clecs el tercer día y liquidó la serie. Fue derrota, pero eso no empaña una gesta inédita hasta ese momento.
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