Ingeniero doctorado en fútbol

Se escucha a un Presidente sereno, que nunca levanta el tono, que no busca definiciones estridentes y habla pausado. Se escucha a un Presidente convencido, con lógica de ingeniero, de una fórmula que cree que, más tarde o más temprano, dará los resultados que espera: “Tenemos un rumbo; tenemos un buen equipo; tenemos apoyo de la gente”. Sobre esa base triangular vuelve una y otra vez; la expresa de formas distintas pero son los tres conceptos para los que reserva el énfasis.

Lo dice de otro modo, pero se escucha también a un Presidente que mira con recelo la política tradicional. Se escucha a un Presidente que recurre todo el tiempo a su experiencia en el fútbol. Si hay una palabra que no se cansa de repetir es “equipo”. Se nota que se concibe a si mismo como un director técnico. Se escucha a un Presidente convencido de que ganar un campeonato no es ganar todos los partidos; que cree que los equipos necesitan tiempo para asentarse y consolidar su juego; que errar un gol no es una catástrofe y que convertirlo no es una garantía. Se escucha a un Presidente que no ha llegado a ese lugar desde la política tradicional y que gobierna como un ingeniero que dirigió durante 13 años uno de los clubes de fútbol más populares del mundo.

Se escucha, también, a un Presidente preocupado por desmentir la idea de que “gobierna para los ricos”. “Mi preocupación son los que menos tienen. Yo gobierno para ellos; para el 32 por ciento que vive en la pobreza. No para el 3 por ciento que paga el impuesto a las Ganancias”. Lo dice así, aún a riesgo de distanciarse de sectores de clase media que fueron un pilar de su base electoral.

Se escucha a un Presidente que habla de “aprendizaje” y que prefiere eludir autocríticas tajantes. Nunca dice “nos equivocamos”; no tiene problema -sin embargo- en admitir que “siempre podemos mejorar” o reconocer que “eso pudimos haberlo hecho mejor”.

No hay, en una hora de charla con el Presidente, nada que lo saque de su eje. Se lo escucha sin enojos, sin urgencias, sin subrayados excesivos. Hasta que se apaga el grabador y empieza a hablar de fútbol. Ahí asoma un hincha apasionado, chicanero, expansivo para las anécdotas, calentón.

Se escucha al primer Presidente ingeniero, que viene de una intensa experiencia en el fútbol y que saltó desde allí -y no de la estructura de los partidos tradicionales- a la política. Recién está a punto de cumplir un año en el poder. No se sabe, todavía, a dónde llegará con eso que se escucha.

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