Superpoblación de fantasmas

Escribe Monseñor DR. JOSE LUIS KAUFMANN

Queridos hermanos y hermanas.

La capacidad imaginativa del ser humano puede ser controlada, pero eso implica ciertas exigencias. Lo más fácil es apoltronarse en ella y navegar sin control, mientras la imaginación adquiere un vigor semejante al de los tumores malignos.

Ninguna persona sensata, que esté en sus cabales, se dejaría conducir por la imaginación para tomar decisiones familiares, sociales, educativas, jurídicas, laborales, científicas, comerciales... Es más, ¡la imaginación suele ser muy mala consejera!

La imaginación o fantasía nos distrae y nos disipa, nos anima y nos deprime, nos atemoriza y nos confunde, alimenta nuestro amor propio y sensualidad. Se asemeja a un potro desbocado. ¡Es la gran enemiga del equilibrio!

La tiranía de la imaginación altera las ideas y los ideales, falsea las situaciones de la vida y deforma la verdad. Quien no logra dominarla, tampoco alcanza la serenidad; si no se la frena, tampoco es posible ser calmo, realista y objetivo.

Después de una noche de duro trabajo en la pesca, con viento en contra, los Apóstoles vieron a Jesús que, caminando sobre el mar, se dirigía hacia ellos. Aquellos varones, amigos de Jesús, sin embargo se asustaron. “Es un fantasma” dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar (Mt. 14, 25-26). La imaginación se extralimitó: los confundió, los atemorizó. Pero Jesús les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”.

La tiranía de la imaginación altera las ideas y los ideales, falsea situaciones de la vida y deforma la verdad. Quien no logra dominarla, tampoco alcanza la serenidad

Si bien Jesús no es un fantasma, ¡cuántas veces nos suceden hechos parecidos! Los juegos de la fantasía, los fantasmas de la imaginación, nos abruman y confunden. Sí, lamentablemente, muchos de nuestros sufrimientos tienen su génesis en imaginaciones ampliamente desarrolladas según ocurrencias supuestas, sin ningún fundamento en la verdad. Muchas veces llevamos sobre nuestros hombros cargas tan pesadas como ridículas. Son fantasmas fabricados por la mente. ¿Cómo liberarse de esa “superpoblación de fantasmas” que habita en nuestro interior?

Ante todo, un simple gesto de fe sería suficiente para hacer desvanecer cualquier “fantasma” imaginario. Jesús sigue repitiendo: “Tranquilízate, no temas.” También suele darse que admitimos, casi sin darnos cuenta, algunos “fantasmas” del futuro, respecto al trabajo, la salud, la familia. Son temores que no existen y no sabemos si pueden llegar a ser realidad, aun si tuviéramos ciertos fundamentos. Comenzamos a preocuparnos, nos angustiamos, y nos hundimos en la vorágine de la imaginación. ¡Imaginación que no es de Dios!

Para mantener la calma basta con tomar conciencia de que el futuro no depende de nuestra imaginación, de que Dios es nuestro Padre y nos ama infinitamente. Cualquier pensamiento inútil no conduce a ninguna parte, pero un acto de confianza en Dios, una entrega de la situación en sus manos providentes, nos devolverá el equilibrio y la paz.

Nunca es útil “hacerse la película” o “fabricar una novela”, a partir de las situaciones que estamos viviendo. Nada más cierto que la realidad objetiva. Conviene saberse purgar de posibles fantasmas. Además: “A cada día le basta su aflicción” (Mt. 6, 34), ¿para qué inventar problemas donde no existen?

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JOSE LUIS KAUFMANN
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Tranquilícense
Tranquilizate

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