Advierten sobre un creciente consumo de drogas sintéticas entre estudiantes secundarios

El creciente consumo de las llamadas drogas sintéticas, a un ritmo que desde hace tiempo genera una honda preocupación social, reclama una perentoria atención por parte de las autoridades con incumbencia en el tema y, por cierto, una respuesta de los padres y responsables de los jóvenes víctimas de este tipo de adicción.

Ahora, de acuerdo a un informe elaborado por el Observatorio de Políticas Sociales en Adicciones de la Ciudad de Buenos Aires, entre 2011 y 2014 aumentó 300 veces el consumo de drogas sintéticas entre estudiantes de nivel medio.

Tal como se informó en la nota publicada en este diario, también la Sedronar reflejó ese problema, y en una encuesta realizada el consumo de drogas sintéticas entre estudiantes trepó a 2,9 por ciento, por encima del 2,5 por ciento que reconoció inhalar cocaína. Y si se analiza la franja etaria de estudiantes mayores de 17 años, la situación resulta todavía peor, ya que alcanza un consumo de 5,7 por ciento.

En ambas encuestas, la marihuana resultó ser la droga más consumida entre los adolescentes, con un nivel similar al del tabaco, aunque las drogas sintéticas irrumpieron como el futuro de ese mercado ilegal. En este marco, diversos ministerios nacionales, el Anmat, el Senasa y la Aduana, lanzaron un Sistema de Alerta Temprana dedicado específicamente a las drogas sintéticas, cuyo principal objetivo será establecer protocolos de tratamientos médicos, detectar nuevas modalidades y los nuevos patrones de consumo.

Como se sabe, las drogas sintéticas son aquellas fabricadas a través de procesos químicos que implican cambios moleculares para lograr principios psicoactivos. Los médicos advierten que el consumo de las drogas sintéticas puede provocar deshidratación, cuadros de insuficiencia renal agudos y complicaciones cardíacas, mientras que el cuerpo desarrolla tolerancia y pide más, con un consecuente y riesgoso aumento de la dosis. Y como peligro extremo añadido, muchas de las drogas sintéticas que circulan en el país son “truchas”, multiplicándose los riesgos por su consumo.

Con un consumo asociado generalmente a las fiestas electrónicas y en suma al ocio y la diversión, quienes “se enganchan” en esta adicción, además, son mayoritariamente jóvenes cuyos perfiles -estilos de vida, hábitos, conductas, ocupaciones- no coinciden con la tipología del adicto tradicional (el vinculado a las drogas duras o “históricas”) ni suelen mostrar síntomas que pueden vincularse a la adicción.

Resulta, por lo tanto, sumamente más complejo para los entornos familiares y para los propios grupos de amigos detectar cuando uno de sus integrantes cae en las redes de esa problemática.

De esta manera, el combate a este nuevo flagelo exige, en primer lugar, campañas específicas de concientización sobre los daños que provocan estas drogas, orientadas a los adolescentes y jóvenes que, en muchos casos y como se dijo, creen que están consumiendo productos inofensivos. Y desde los organismos pertinentes debe apuntarse también a crear conciencia entre los padres, para quienes resulta particularmente difícil detectar, eventualmente, este nuevo hábito. Y desde ya, los diagramas de lucha contra el narcotráfico deberán incluir a las drogas sintéticas entre sus prioridades.

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