A 40 años del Golpe, mirar el pasado con vocación de futuro

Los cuarenta años del Golpe de Estado obligan a los argentinos a volver la mirada hacia el pasado, pero con vocación y perspectiva de futuro. Vale la pena recordar los horrores de aquella etapa histórica para no repetirlos. Y para eso es indispensable comprender lo que ocurrió, con un sentido autocrítico y con actitud de aprendizaje.

Aquel Golpe no surgió de la nada. Fue la consecuencia de un país atravesado por la violencia y sumergido en la intolerancia. Fue la dolorosa secuela de una Argentina que no comprendía –como comprende hoy- los valores de la democracia, aún con sus imperfecciones y limitaciones. Fue la desviación de un sistema que no supo o no pudo poner en caja al monstruo que habían creado los extremismos de izquierda y de derecha.

De un lado (la derecha) creían que la democracia no servía para garantizar un freno al comunismo. Del otro (la izquierda) sostenían que no era útil para crear condiciones de igualdad y de lo que definían como justicia social. Unos y otros coincidían, en definitiva, en que la democracia no servía.

El Golpe producido un 24 de marzo de hace cuatro décadas, fue el resultado –entonces- de un monumental fracaso argentino. Y fue, a la vez, el principio de peores desviaciones y tragedias, engendradas por el terrorismo de Estado.

Nada es peor para una sociedad que el terror ejercido desde el Estado. Pero nunca se llega a esa situación de la nada. En el caso argentino, fueron el accionar de militares golpistas y grupos guerrilleros, así como el menosprecio de muchos sectores de la sociedad civil hacia la democracia, los que condujeron a una trágica interrupción institucional que dejaría traumas y dolores irreparables.

El Golpe fue la consecuencia de un país atravesado por la violencia y sumergido en la intolerancia

En estos cuarenta años, ha habido avances y retrocesos en el intento de hacer Justicia y sanar las heridas de aquella etapa trágica. Hubo también valientes autocríticas y elogiables esfuerzos por asumir el pasado con honestidad y sin sectarismos. También hubo intentos revanchistas de uno y otro lado, así como interesadas distorsiones históricas. Pero han pasado cuarenta años. Ya hay al menos tres generaciones que han tenido la suerte de vivir toda su vida en democracia. Con aciertos y errores, se ha avanzado con sentido de justicia: fueron juzgados y condenados los máximos responsables de las atrocidades cometidas al margen del Estado de Derecho desde el gobierno de facto.

Lo mejor a lo que podemos aspirar en este significativo aniversario, es haber aprendido cuáles son los tortuosos caminos que jamás deberíamos, como país, volver a transitar.

Se deben valorar los 33 años de democracia que estamos transitando y poner, desde todos los sectores políticos, institucionales y comunitarios el máximo empeño en reforzar la convivencia plural. Aprender a convivir con las diferencias, combatir los sectarismos y la intolerancia, cumplir las normas en forma pareja, consolidar un sistema de orden y respeto, enfatizar el cumplimiento parejo y equitativo de las normas, respetar a rajatabla la independencia de poderes y crear las condiciones para que la Justicia cumpla su papel de manera ejemplar, son algunas de las metas a las que no debemos renunciar. Por supuesto, ello implica el apego constante a los principios básicos del republicanismo: la libertad de expresión, las garantías individuales, la independencia judicial.

A cuarenta años del Golpe, son muchos los avances que ha logrado la Argentina, como también son muchos los desafíos pendientes. Los derechos humanos deben ser concebidos y respetados de una manera íntegra, no sólo en relación al pasado sino también al presente y al futuro.

Mejorar las condiciones de vida y generar oportunidades para millones de argentinos que sufren pobreza extrema, es más que un desafío; es un imperativo ético que toda la dirigencia nacional debe asumir como política de Estado.

El aniversario que hoy se cumple debe servir, en definitiva, para subrayar aquellos monstruosos errores que jamás deberán repetirse y, al mismo tiempo, para reflexionar sobre los desafíos de una democracia que ofrece la única alternativa pero que, a la vez, merece ser reforzada, enriquecida y respetada en todas sus aristas.

A cuarenta años, vale entonces repetir “Nunca más” al pasado trágico. Y agregar: “Todos juntos” por un futuro mejor.

Argentina
condiciones
Derecho
futuro
golpe
Justicia
Nunca
país
pasado

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE