“Siento el fútbol como una pasión”

El flamante entrenador mens sana visitó este diario y en una extensa charla mano a mano recorrió los distintos momentos de su vida, habló de temas profundos, se definió como profesional, contó cuáles son sus ilusiones en este ciclo en Gimnasia y describió los lineamientos básicos de su manera de sentir el fútbol. El DT tripero, como nunca antes.

Por WALTER EPISCOPO Y NICOLAS NARDINI

 

Con muchas ganas de presentarse en sociedad y de que en nuestra región conozcan a fondo al entrenador, al personaje y a la persona. Así vino Gustavo Alfaro a la redacción de este diario, para concretar una entrevista exclusiva en la que habló de todo:

- ¿Cómo fueron sus inicios? ¿De qué manera empezó en el fútbol?

- A mí me tocó ser jugador profesional por accidente. Yo jugaba al fútbol en Atlético de Rafaela y estudiaba ingeniería química en Santa Fe, así que viajaba todos los días de Rafaela a Santa Fe para poder entrenar y cursar en la Facultad. En un momento ganamos el torneo local, fuimos al viejo Torneo del Interior, lo ganamos y ascendimos al Nacional B. En ese tiempo se me hizo imposible seguir viviendo el fútbol de esa manera, combinándolo con la Universidad. Entonces, le dije a mi viejo que quería dedicarme al fútbol, le dije ‘papá, ingeniero puedo ser a los 40 años, jugador profesional no’. Soñaba con jugador en Primera, con ese tipo de situaciones que uno las escuchaba por radio allá en el interior, cuando de pibe esperabas a que los martes llegaran El Gráfico y la revista Goles. Ahí me dedico al fútbol en el plano profesional, juego tres años y me retiro, porque sentía que ya estaba, que me había dado el gusto de mi vida. Ahí retomé los estudios, rendí cinco materias bien y me quedaban 10 más para recibirme de ingeniero, cuando dije que no podía estudiar más, algo que en mi casa se tomó medio como un drama.

- ¿Su padre quería que fuera sí o sí profesional?

- Sí, y mi vieja también. Nosotros éramos cuatro hermanos, la mayor se había recibido de bioquímica, mi hermano había dejado la Facultad y mi otra hermana era fonoaudióloga, yo era el último y veían como que estaba frustrando mi carrera, pero le dije a mi viejo la verdad, que había perdido la pasión por el estudio, al tiempo que había nacido mi pasión por el fútbol, que así lo siento hasta hoy, donde quería lograr como entrenador lo que no había conseguido como jugador, que era llegar a Primera A. En ese momento empecé a trabajar en Rafaela como coordinador de inferiores y DT de la Primera local. Después empecé a trabajar con Carlos Biasutto. En un momento ellos se van, me ponen a mí como técnico interino mientras negociaban con Jorge Ginarte. Me tocó ir a Morón y le ganamos 7-1, luego 2 a 0 a Unión, 3 a 1 a Laferrere, el equipo peligraba en la permanencia en la categoría y terminamos haciendo un gran porcentaje de puntos. Ahí quedé como DT fijo, con solo 30 años.

- ¿Entonces no tuvo que hacer el duelo de su etapa de jugador?

- No, porque ya me había dado el gusto de jugar de manera profesional y lo que me proponía era lograr como entrenador lo que no había conseguido como jugador. En ese primer campeonato que dirijo completo en Rafaela salimos segundos, detrás del Estudiantes de Russo y Manera que termina ascendiendo a Primera, con un plantel de muchas figuras, me acuerdo que era mejor equipo que el que se había ido al descenso. Ahí después llegué a Quilmes y al estar en un equipo de Buenos Aires con 34 años pensé que no tenía techo (sonríe), que a los 40 estaba en la Selección y resulta que a los 36 estaba en Patronato, por el Argentino A. Después volví a Rafaela, luego a Belgrano, que fue una buena experiencia para conocer la Primera desde adentro, pese a que estaba en una situación caótica. Después agarré a Olimpo y terminamos, tras comenzar con problemas de descenso, ascendiendo a Primera División tras ganarle en la última fecha a Instituto 4 a 0. A la semana del ascenso, viene el presidente (NdelaR: Jorge Ledo) y me dice, cuando todavía estábamos festejando, ‘mirá, te tenés que ir, no tenés nivel para dirigir Primera’. Me tuve que ir, agarré Quilmes, que venía de perder siete finales y tras un año muy traumático ascendimosa. Ahí sí ascendí a Primera y dirigí al equipo. Desde aquel momento hasta ahora, dirigí siempre en Primera.

- Fue el sueño cumplido del pibe del interior...

- Sí, absolutamente. Yo en mi primera etapa en Quilmes, cuando empecé a visitar a Griguol en Estancia, me tuve que ir. Después agarré Olimpo y duré 20 días, había condiciones que no podía avalar y le dije al presidente, ‘bueno, dirija usted’. Me había contratado tres jugadores: a uno le había dado doping por droga, del otro me decía que él lo manejaba dejándolo ir al cabaret sólo hasta el miércoles y el tercero que era famoso por estar con las modelos del momento. Entonces, ¿cómo podía exigirles después a los pibes que entrenaran fuerte si a uno teníamos que dejarlo ir todos los días al cabaret? Ahí agarré y me fui, incluso no le quiso firmar contrato a los dos jugadores que habíamos llevado, que eran Mencho Galvagni y Pancho Martínez, a lo que le dije que no era serio y me fui. Cuatro años después me volvió a buscar y le dije ‘perfecto, pero quién arma el equipo, ¿usted o yo?’. Ahí me dijo que yo, y se armó el equipo que termina ascendiendo.

- ¿Cómo fue aquel momento en que se va de Quilmes la primera vez?

- Me fui en aquel momento y tenía a mi padre muy enfermo. En ese interín tuve una oferta del Deportivo Español, que estaba en Primera. Mi padre me pidió que agarrara, que era una buena oportunidad, me reuní en Capital, aunque con la cabeza puesta en la salud de mi padre. Cuando volví entrada la noche a Rafaela, entro a ver a mi viejo que estaba grave y me pregunta por la reunión: ‘Me fue bárbaro papi, voy a dirigir Primera’. Mi viejo se alegró mucho y a los quince minutos se murió, él murió pensando que era técnico de Primera, eso fue un puñal para mí, porque no podía mentirle a mi viejo, pero al mismo tiempo quería que se fuera en paz. Entonces, después cuando tuve la chance de dirigir a Quilmes en Primera, le dije ‘viejo, llegué, estamos en paz’ (allí el DT se emociona).

- Aquel ascenso fue la catapulta definitiva de su carrera.

- Sí, fue un proceso muy lindo. Ahí Julio Alegre de Estudiantes me dio una mano muy grande, me dio al Chino Benítez, al Chavo Desábato, a Guaymas, a Damonte, porque a ellos le servía para que hicieran experiencia y a nosotros nos sirvió para ascender. Era un grupo fantástico, estaba Agustín Alayes, el Chapu Braña, ese equipo terminó haciendo la mejor campaña para un equipo recién ascendido en promedio de puntos. Terminamos cuartos, clasificando a la Sudamericana y a la Libertadores. Aquel proceso de dos años para llegar a ese lugar, después por un problema institucional se destruyó en dos días.

“Cuando pude dirigir a Quilmes ya en Primera División tras el ascenso, sentí que había llegado y pensando en mi Viejo (NdelaR: había fallecido poco tiempo atrás), le dije `estamos en paz´. Fue algo muy importante aquel paso en mi carrera”

“Cuando dejo el estudio para ser entrenador, algo que en mi casa se había tomado medio como un drama, es porque quería lograr como técnico lo que no había conseguido como jugador: llegar a Primera A. Fui técnico de Rafaela con tan solo 30 años”

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