Potenciarse mutuamente parece ser la meta común de Gimnasia y Alfaro

Por MARTIN MENDINUETA
OPINION

Se encontraron en el momento justo. A veces, el destino, la buena suerte y el sentido común se sientan a la misma mesa propiciando situaciones sumamente positivas. Eso fue lo que ocurrió entre Gimnasia, convulsionado por la derrota en el clásico, que desencadenó la decisión de echar nada menos que a Pedro Troglio, y Gustavo Alfaro, un director técnico serio que estaba sin trabajo, pero con muchas ganas de volver al ruedo. Sin haberlo percibido en primera instancia, los dos se necesitaban. Perdón, se necesitan. Uno, el club, para ver si de una buena vez consigue calmarse, vivir en paz, sin generarse conflictos a cada paso; y el otro, el entrenador, para jugarse por completo al desafío de lograr algo muy importante que lo deje tatuado para siempre en la piel de media ciudad.

Nadie sabe cuántos partidos ganará Alfaro, ni cuánto durará su etapa al frente del plantel profesional, pero sus antecedentes laborales, y no me refiero sólo a resultados deportivos, ofician de sólida garantía para realizar tan importante apuesta

Potenciarse mutuamente deberá ser la meta común de ambos. Troglio no dejó un equipo en ruinas. Tras su abrupta salida, quedó una buena plataforma que su sucesor utilizará para el despegue de un equipo que recién está curando las heridas que mostraba en su autoestima. Después de tanto “Troglio sí, Troglio no”, absolutamente insalubre para edificar cualquier sueño, la llegada de este rafaelino educado, de convicciones firmes y con el lomo curtido por éxitos rutilantes y caídas dolorosas, le hará bien.

En un momento muy delicado para su presidencia, Daniel Onofri, por sugerencia de Ricardo Rezza, sacó un naipe ganador. De todos los DT que estaban libres y a la altura de las posibilidades económicas de Gimnasia, eligió al mejor candidato. Nadie sabe cuántos partidos ganará, ni cuánto durará su etapa al frente del plantel profesional, pero sus antecedentes laborales, y no me refiero sólo a resultados deportivos, ofician de sólida garantía para realizar tan importante apuesta.

PURA SEDUCCION

El “Lobo” de Alfaro empezó jugando bárbaro. Su voraz determinación por atacar hizo temblar a Quilmes. A los cinco minutos ya estaba ganando y sus hinchas no paraban de gritar. Su dominio resultó abrumador. Fue un inicio notable. Sólo tuvo como contra la falta de puntería en instancias clave. Dicha incapacidad para definir le impidió irse al descanso con una diferencia mayor.

Fueron varios los que se mostraron lúcidos. “Fito” Rinaudo, empujando desde el medio, fue un tractor imprescindible. Con Facundo Oreja y Matías Noble usufructuando las bandas, y con el oportunismo invalorable de Walter Bou, Gimnasia le hizo saber a su huésped que tenía apetito acumulado durante el receso.

TEMOR E INCERTIDUMBRE

En el segundo tiempo, la historia cambió. Gimnasia se retrasó como consecuencia de su inseguridad y terminó apretado por un rival que sólo avanzó con enjundia hacia el área de Bologna. El final sembró dudas y preocupación. Sin atacar bien, Quilmes incomodó demasiado. Se notó falta de coordinación para llegar a tiempo a tomar las marcas. Sin dudas, hay bastante por mejorar en la línea que menos convence al flamante técnico.

Alfaro reconoció públicamente que la última media hora será tema de revisión obligado antes de viajar a Córdoba. Ese ejercicio de autocrítica constituye uno de los elementos esenciales para ahuyentar el conformismo que suelen generar las victorias.

APENAS EL INICIO

Esto recién ha comenzado. Gimnasia y Alfaro aún se están conociendo. Lo importante y valioso, es que ambos parecen haberse dado cuenta de la gran oportunidad que uno representa para el otro en la búsqueda del éxito. Nadie dice que será fácil, pero por algo será que hay tantos “triperos” entusiasmados.