El gobierno de Francia no cede frente a las protestas pese al riesgo de desabastecimiento

PARIS.- El primer ministro francés, Manuel Valls, reafirmó ayer su intención de seguir adelante con el cuestionado proyecto de reforma laboral impulsado por el gobierno socialista, pese a la ola de protestas y bloqueos que amenaza con provocar un desabastecimiento de combustible y dejar sin energía eléctrica a miles de franceses.

“Los franceses vivimos una especie de depresión nacional o, más bien, de falta de confianza en nosotros mismos, lo que acentúa los temores. A veces hay demasiado pesimismo en nuestra sociedad, un sentimiento de declive, de una Francia que pierde su lugar en el mundo”, consideró el jefe del gobierno galo al diario Le Parisien.

Valls aseguró en la entrevista que su patriotismo rechaza esa visión decadente de Francia para apreciar “signos positivos” en los que apuntalar el optimismo, como “el crecimiento económico, la inversión de las empresas, el consumo de los hogares y el desempleo, que comienza a bajar”.

“Pero para hacer bajar la desocupación el paro, las empresas tienen que ser competitivas”, opinó Valls en defensa de la reforma laboral y reiteró que ni retirará el texto ni eliminará el polémico artículo 2, que privilegia los acuerdos entre empresario y trabajadores frente a los convenios colectivos.

La reforma contemplaba la primacía de la negociación directa entre empresario y trabajador, por encima del código de trabajo y los convenios colectivos; establece un techo en las indemnizaciones por despido improcedente y establece las condiciones que justificarían el despido económico.

El texto va en la línea de las reformas que la Unión Europea (UE) exige a Francia y Valls consideró positiva para los más jóvenes.

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