“No veo intenciones de avanzar con reformas de fondo”

Una mirada sobre las iniciativas del Gobierno para combatir la corrupción y la reforma electoral. El Papa, la debacle kirchnerista y el rumbo de la gestión macrista en los temas más sensibles

La entrevista tuvo lugar en un hotel porteño donde habitualmente se encuentran políticos, empresarios y hasta personalidades de la farándula y deportistas de primera línea. En ese ámbito, donde se mueve con naturalidad, el politólogo Sergio Berensztein hizo un repaso analítico de la realidad argentina, con opiniones sobre el rumbo del Gobierno y el rol de las fuerzas opositoras.

En una charla de una hora, Berensztein tampoco de privó de ofrecer una interpretación sobre la influencia del Papa Francisco, el desmembramiento del kirchnerismo y el reagrupamiento que se viene en el peronismo. La conversación arrancó con las últimas medidas gubernamentales, como el proyecto de reforma electoral, y también abordó los flagelos de la corrupción y en narcotráfico.

¿Qué le pareció la reforma electoral que propuso el Gobierno?

Apunta a unos objetivos que tienen consenso en la clase política, como mejorar el sistema de votación. O a evitar estrategias de múltiples candidaturas, que generaban mucha confusión en la sociedad y degradaban todo el sistema electoral. Desde ese punto de vista es positiva. Pero la pregunta que me hago es si esta reforma mejora en forma clara la calidad de la política y de la democracia, si va a ser recordada como un punto de inflexión teniendo en cuenta los problemas institucionales que tiene la Argentina, por ejemplo la sobre-representación de los distritos chicos como consecuencia de un aumento unilateral de los representantes que fue una decisión de la última dictadura militar. O la sobre-representación en el Parlamento, que tiene 38 bloques.

Tampoco aborda el financiamiento político-electoral…

Justo cuando la Justicia avanza en la investigación sobre la campaña de Cristina y Cobos en 2007, ocho años después, se pone de manifiesto que la reforma tiene un objetivo muy superficial, porque el financiamiento de las campañas no aparece. La Justicia llega poco, mal y tarde. Y además el control queda en la órbita del Poder Ejecutivo, cuando el año pasado hubo un ministro que estaba a cargo del armado electoral. No se puede poner al lobo a cuidar el gallinero. El Ejecutivo no puede tener a su cargo todas las elecciones. No es sano ni transparente. Tampoco creo que las PASO tengan que ser obligatorias.

Los casos de corrupción están al tope de la discusión pública. ¿Son útiles para sanear a la democracia o la dañan?

Que se conozcan los casos de corrupción es bueno. Porque para cambiar hay que tener un diagnóstico. Pero la pregunta que debemos hacernos es cómo hacemos para que no vuelva a pasar. Cuáles son los mecanismos institucionales, de transparencia, que necesitamos. Los aprendizajes sociales son siempre complejos y el riesgo es quedarse muy pegado al escándalo, al tipo que revolea la bolsa, a la bóveda, y se pierde dimensión del debate estructural. Me parecería lamentable que con el interés que tiene la sociedad argentina hoy, con los líderes más flexibles a los cambios, terminemos en reformas chiquititas. La Ley del Arrepentido sirve, lo mismo que la Extinción de Dominio. ¿Ahora, con eso se previenen casos de corrupción? No, con eso se castiga, se llega tarde. Hay que armar una regla, pero no veo intenciones de avanzar con reformas de fondo, ni en la cuestión política ni en el paquete anticorrupción. Son cambios en la dirección correcta, pero muy superficiales.

¿Sirve la Oficina Anticorrupción?

Se debate mucho, porque dónde tiene que estar eso. ¿Tiene que estar colgada del Ministerio de Justicia? A mí me encantaría tener una OA como la AFI o la AFIP, que sea autónoma y cuyo control pase por el Congreso. Y que controle también al Congreso, porque ahora es sólo para el Poder Ejecutivo. Muchas veces las reformas dependen de los liderazgos. Aunque institucionalmente no se puede confiar en una persona, sino en reglas. Y esas reglas todavía no están.

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Berensztein pide un té y accede a posar para una secuencia de fotografías. Mientras tanto, se acercan a saludarlo personalidades como el ex gobernador José Manuel de la Sota, otro cordobés reconocido como David Nalbandian y el ex futbolista “Perico” Pérez. La charla gira luego hacia el flagelo del narcotráfico (ver recuadro aparte) y los consejos de los consultores a los políticos.

¿Qué opina sobre la consigna de “Pobreza cero” que usa el presidente Macri?

Creo que el Presidente pudo haber dicho ´voy a reducir la pobreza, a eliminar la marginalidad´, que ojalá lo logre, prometiendo algo más lógico, realista. Fue un error en términos de marketing político. Y cuál es el objetivo del consultor que lo recomienda: ganar la elección, no decir la verdad. La revolución productiva y el salariazo, prometía Menem. Después salió cualquier otra cosa, pero ganó la elección. Los que hacen marketing político no son teóricos de la democracia. Muchas veces repetir esas consignas son costosas para un líder en términos de reputación.

¿Sucedió algo parecido con la idea de la recuperación económica en el “segundo semestre”?

Aquí hay una paradoja. El gobierno se percibía que era políticamente débil, que enfrentaba desafíos de gobernabilidad, pero que económicamente tenía una Ferrari. Que tenía a los mejores economistas, que el Presidente venía del mundo de los negocios. Seis meses después pasa esto: políticamente no hubo problemas y económicamente se hicieron varias cosas bien, pero no alcanzó, porque también se hicieron varias cosas mal. A veces tengo la sensación que este es un gobierno que hace muy bien las cosas difíciles y muy mal las fáciles. ¿Qué dice la ley para los aumentos tarifarios? Que hay que hacer audiencias públicas. ¡Está escrito!

¿Cómo impacta que se señale al de Cambiemos como “el gobierno de los ricos”?

Es más una cuestión que impacta en los círculos más informados, politizados, que en la población en general. La gente no se acuerda el nombre de muchos funcionarios. Si le preguntan quién es el 3 de Cambaceres, por ahí se acuerdan, pero si la interrogan sobre el canciller, la mayoría no sabe. Eso pasa en todos los países. Es cierto que para muchos hay un prejuicio que es un gobierno de ricos, pero tampoco es mayoritario y depende mucho del voto del Frente para la Victoria.

Justamente el FpV se está desmembrando...

El FpV fue una alquimia entre la izquierda nacional y el peronismo, que Néstor y Cristina soldaron con un proyecto personalista. Era el líder el que mantenía eso pegoteado, pero no articulado. Lo que se ve ahora es el resultado natural de un liderazgo que ya no es presidencial. Las causas judiciales precipitan el proceso, pero la clave es que Cristina tenía todo atado a su rol de presidenta, no de política.

¿Se reagrupará el peronismo?

Es inevitable y necesario que el peronismo se reagrupe, porque si no la Argentina se queda sin oposición. Después de la caída de 2001, la atomización de la oposición contribuyó a todos los desaguisados de los ocho años de Cristina. No importa quién es gobierno, tiene que haber oposición. Entonces, cuidado porque el peronismo tiene la responsabilidad ahora de canalizar las demandas de la sociedad que no está de acuerdo con el gobierno, y al mismo tiempo ser un actor que coopere con la gobernabilidad. ¡Flor de quilombo! Mirá el caso de Massa facilitándole las cosas a María Eugenia (Vidal) y criticando a Macri. No es nada fácil eso.

¿Cuál es el rol del Papa en la política argentina?

Me parece que hay diferencias entre el Papa y el Presidente que son irreconciliables. Al Papa no le gustó que el Gobierno porteño no apelara el fallo del matrimonio igualitario. Pero lo más sustantivo es lo que representa Macri, porque es un empresario, tiene como objetivo una sociedad de mercado. Y el Papa es muy crítico del capitalismo. Macri es una figura posmoderna: le gustan el yoga y el budismo. Hay diferencias de valores muy profundas. Hay muchas críticas al Papa porque fue más generoso con Cristina que lo que muestra ser con Macri. Una interpretación es que está desarrollando un liderazgo preventivo de descompresión de conflictos, en su visión de que la Argentina es un país inestable. Cree que puede de desactivarlos, a los conflictos o bien a los actores. La famosa frase de “bajen un cambio”. En la medida en que pueda desactivar esos conflictos, le hace un aporte a la sociedad.

¿Hay un nuevo tipo de liderazgo político en el país?

Hay estilos distintos, otros discursos, un giro hacia la moderación. Igual no veo muchos líderes distintos en cuanto a las prácticas. Por ahí hay atributos innovadores en liderazgos como los de María Eugenia (Vidal). Hay una generación de dirigentes de entre 35 y 50 años que se socializó en democracia. Y que tiene un interés más genuino por la gestión, por resolver los problemas.

¿Qué pueden esperar para el futuro los partidos tradicionales como la UCR y el PJ?

Es un momento complejo para los partidos en todas partes. En España los protagonistas de la transición, el PSOE y el PP, tienen desafíos enormes que ponen de manifiesto que gobernar tiene costos enormes. En Italia está pasando lo mismo. ¿Cómo sale parado el partido Republicano después de Donald Trump? ¿Cómo sigue el PT en Brasil? Los partidos están viviendo desafíos inéditos, no solamente en la Argentina. Ahora, la democracia necesita de partidos fuertes y tanto el peronismo como el radicalismo fracasaron en eso. Si vuelven con las viejas mañas, no contribuyen. El desafío que tienen es reinventarse con ideas nuevas, otras prácticas para una democracia 2.0. Pero que una cosa quede clara: sin partidos esto no funciona.

Argentina
David Nalbandian
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Gobierno
José Manuel
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Oficina Anticorrupción
Papa Francisco
Poder Ejecutivo
Sergio Berensztein

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