Milagros en los confines

Llega a los cines la historia de un personaje sagrado que detiene la helada en un pueblo rural al borde de una crisis

“La helada negra”, segundo largometraje del argentino Maximiliano Schonfeld, tuvo su premier mundial en la sección Panorama del Festival de Berlín con excelente repercusión entre la crítica internacional y ahora, desde el jueves, llegará a los cines platenses.

Protagonizada por Ailín Salas y rodada en la comunidad rural alemana de Valle María, Entre Ríos, el filme paseó por numerosos festivales de prestigio y conquistó varios premios con su historia situada en un mundo suspendido en el tiempo, donde una comunidad de descendientes de europeos cultiva tanto la tierra como sus tradiciones, pero los campos de los hermanos Lell son amenazados por una helada. Sin embargo, una misteriosa joven aparece y la helada cede. Surge un rumor entre los aldeanos: la joven es una santa que llegó para salvarlos.

El nuevo filme de Schonfeld (director de “Germania”) construye el relato a partir de una historia real vivida por él mismo: en su pueblo natal, Crespo (una comunidad muy similar a la que refleja la película), un niño de 9 años manifiesta contactos con Jesús suscitando en el pueblo cierto revuelo. La gente se acerca inmediatamente buscando sanación y milagros.

El director revela que intentó, primero, filmar al chico, de nombre Bruno: “Voy a buscar a Bruno, el Niño Sanador: le pregunto si lo puedo filmar o sacar fotos, o acompañarlo en su día en la escuela en el campo. Cierra los ojos y me dice que la Virgen le está dando órdenes de no filmarlo hoy, pero quizás más adelante sí. Lo que también le dice la Virgen es que no le gustan las remeras con inscripciones en inglés, ni la música regeaton”, relata.

“Vuelvo más adelante con una remera lisa, pero la Virgen repite lo mismo. Dejo la propina y me voy desterrado. Entonces comienza la ficción preguntándome acerca del destino de los elegidos como Bruno”, afirma sobre la génesis de su nuevo proyecto.

Como en su primer largo, el director vuelve a trabajar con los habitantes del lugar -actores no profesionales- generando extrañamiento al introducir en el elenco a la actriz Ailín Salas. “Mi primera influencia son las películas de Robert Bresson. El minimalismo y la precisión en la puesta de escena y el trabajo con los no actores. Hay mucha humanidad en cada uno de ellos. Mi trabajo con no actores comenzó en mis cortometrajes y también en ‘Germania’. En el caso de ‘La Helada Negra’ nos pareció que la mejor forma de ‘construir’ ese contraste, entre la joven que arriba y los habitantes de ese espacio, era optar por una actriz profesional. La energía que se generaba alrededor de Ailín Salas, actriz de la película, era muy parecida al misterio que el personaje despertaba en los hermanos Lell y en Lucas”, cuenta el cineasta.

Y agrega: “Ese fue nuestro punto de partida. Además Ailín se instaló en la locación donde se filmaría la película y se puso a disposición para los trabajos de la granja: en silencio ordeñaba vacas o alimentaba cerdos bajo la mirada sospechada de los habitantes de la aldea”.

Toda la película, que cuenta también con una muy cuidada fotografía (el director trabajó con Soledad Rodríguez y con la fotógrafa experimental Vera Somlo en el uso de nuevas texturas y fotografías analógicas), fue construida de esa manera artesanal, en busca de trascender la construcción y dar con las fibras reales de un relato: Schonfeld incuso prefirió, en lugar de usar filtros y otras tecnologías, arrendar seis meses antes del rodaje unas parcelas de tierra para seguir y controlar la cosecha, para que esté en el punto necesario al momento de rodar, y luego la pintó junto al elenco de negro, pues una de las escenas más importantes transcurre en una plantación azotada por una dura helada.

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